Yonaguni, una pirámide en el mar
En la primavera de 1985, el hotelero y entusiasta submarinista Kihachiro Aratake hizo un descubrimiento, delante de la pequeña isla japonesa de Yonaguni, que revivió el mito de la Atlántida. En una de sus excursiones submarinas encontró debajo del agua los presuntos vestigios de piedra de una cultura hasta ahora desconocida: hasta 10.000 años llevan estos testimonios del pasado sumergidos en el mar. Al principio, Aratake pensó que se trataba de una formación rocosa natural. Pero, mirando más de cerca, el buzo observó pequeños escalones y terrazas que parecían cincelados por una mano humana.
Aratake se convenció: a 300 metros de una isla diminuta, hasta entonces totalmente desconocida, había descubierto a una profundidad de tan solo 30 metros un misterioso templo muy antiguo.
Aratake se convenció: a 300 metros de una isla diminuta, hasta entonces totalmente desconocida, había descubierto a una profundidad de tan solo 30 metros un misterioso templo muy antiguo.
MUNDO SUBMARINO CONTROVERTIDO
El profesor Masaaki Kimura, de la Universidad Ryukyus de Okinawa, experto en geología marina, examinó el hallazgo subacuático en Yonaguni y sacó la misma conclusión que Aratake: la reliquia de piedra descubierta fue construida por seres humanos. Para Kimura, el monumento es un santuario de miles de años de antigüedad.
Pero no todos los expertos comparten esta opinión. Algunos de los colegas de Kimura señalan que también la naturaleza es capaz de formar ángulos rectos y orificios por medio de la erosión. El gigantesco templo submarino, según el geólogo alemán Wolf Wichmann, no es otra cosa que un bloque sedimentario y la piedra arenisca está atravesada de grietas y aberturas horizontales. Según él, todos los ángulos y escalones se formaron en estas quebraduras. Además, por lo visto ninguna pared forma un árgulo recto y las supuestas escaleras conducen a la nada. El profesor Kimura, en cambio, alega que en otras partes del mundo también existen tales "construcciones imposibles": en Perú, una cultura desconocida labró mucho antes que los incas las rocas según un principio similar, y tampoco sus escaleras y galerías conducían a parte alguna. Si Kimura tiene razón con la hipótesis de que el Iseki Point (lugar de ruinas), como se llama actualmente el lugar del hallazgo, fue creado por seres humanos, habría que reescribir la historia antigua de la humanidad: en este caso, ya no serían los sumerios el pueblo más antiguo del mundo, sino aquellos desconocidos de Japón.
UNA CIVILIZACIÓN DE LA NADA
Entonces, ¿realmente se hundió hace miles de años un magnífico testimonio de una antigua civilización japonesa, o acaso nos toma el pelo la fuerza todopoderosa de la naturaleza? La mayoría de los geólogos japoneses están firmemente convencidos de que se trata de una cultura antigua, máxime después de que se hayan descubierto otras cuatro ruinas delante de la cadena de islas del sur de Japón de la que forma parte Yonaguni. También delante de Okinawa, 500 kilómetros más al nordeste, descansan piedras del pasado sobre el fondo del mar. Para demostrar que todos estos hallazgos representan una cultura antigua, los investigadores en Yonaguni señalan una especie de pista que rodea las misteriosas rocas describiendo una larga curva. Este camino tiene una anchura de 6 a 20 metros, y a lo largo del mismo se alinean perfectamente numerosas piedras de hasta 6 metros de diámetro, formando una enorme valla.
En opinión de los defensores de una cultura, sólo los seres humanos fueron capaces de hacerlo. En un capitel cónico encima de la pirámide subacuática se observan, además, las huellas de labores artesanales. Señales similares aparecen también en una roca muy cercana, en tierra firme. ¿Se prolonga en este punto la cultura submarina? ¿Acaso sólo se hundió una parte de la misteriosa construcción?
TRAS LAS HUELLAS DE NUESTROS ANTEPASADOS
Para determinar de qué época data el hallazgo subacuático de Yonaguni, primero hay que aclarar por qué se hundió en el mar. ¿Fue a causa de un terremoto o de la erupción de un volcán, o se hundió la roca lentamente debido a alteraciones climáticas, como la fusión de los hielos y el ascenso del nivel del mar?
El hecho de que Japón se halle en una zona de gran actividad sísmica favorece la tesis del hundimiento rápido. Sin embargo, puesto que el templo de Yonaguni está en pie, todo indica que el hundimiento fue lento. Dado que la roca sólo pudo ser labrada en tierra firme, en la época de su creación el nivel del océano debió de ser 30 metros más bajo que hoy. Esto ocurrió, según el profesor Masaaki Kimura, hace unos 12.000 años, antes del final de la última época glacial, es decir, miles de años antes de que se construyeran las grandes pirámides y de lo que hoy se considera el comienzo de la civilización humana.
Si en el mar de Japón descansan realmente bajo el agua las ruinas de construcciones creadas por el hombre, habría que reescribir la historia antigua del continente americano.
Antes se partía siempre del supuesto de que América fue colonizada de norte a sur, a cargo de inmigrantes que llegaron por el entonces congelado estrecho de Bering. Desde que en América del Sur, en Chile y Perú, se han descubierto vestigios que son mucho más antiguos que todos los hallazgos arqueológicos de América del Norte, se supone que hubo otra oleada de inmigración anterior, a través del Pacífico, y estos inmigrantes fueron quizá aquel pueblo misterioso que huyó de Yonaguni.
PREGUNTAS Y MÁS PREGUNTAS
Si las ruinas en la costa japonesa son reliquias hechas por la mano humana, a los investigadores de todo el mundo les espera una emocionante labor detectivesca. En julio de 1998, 13 años después del descubrimiento de la formación rocosa de Yonaguni, un grupo interdisciplinario de científicos del ámbito de la antropología, la geología y la arqueología, emprendieron una expedición subacuática. En ella también participó el profesor Kimura. El director del grupo, el arqueólogo Michael Arbuthnot, era al principio contrario a la tesis de civilización de Kimura, pero después de examinar más de cerca algunos hallazgos submarinos, también él supone que fueron obra de seres humanos y no de la naturaleza. "Además -argumenta Arbuthnot- este monumento comprende numerosas partes que dificultan mucho creer que fueron formadas por fuerzas naturales."
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