14.12.10

Paquimé en Chihuahua

Paquimé es un sitio hecho de adobe, con esquinas redondeadas y puertas en forma de “T”. No se sabe con certeza quiénes la construyeron ni por qué la abandonaron, pero es la zona arqueológica más importante del norte del país.
Parece un laberinto con muros del color de la tierra, sacado de una película de ciencia ficción. Está compuesto de viviendas, templos, hornos y canchas de juego de pelota. Quedan vestigios de edificios que alguna vez fueron de siete pisos.
Se sabe que fue un importante centro de intercambio comercial, surtía turquesa, concha traída por toneladas desde las costas de Sonora, Sinaloa y la Baja California; asimismo, las guacamayas y sus plumas.


Puerta en forma de T de una vivienda en Paquimé. - unblinkingeye
Puerta en forma de T de una vivienda en Paquimé. - unblinkingeye
Situada en la región noroeste de la Sierra Madre, a 350 kilómetros de la ciudad de Chihuahua, capital del estado del mismo nombre, la zona arqueológica de Paquimé se sitúa a tan solo 500 metros de la población de Casas Grandes, abarcando una superficie de más de 70 hectáreas, de las cuales solo una parte ínfima está cercada y no toda ella ha sido excavada.
Este asentamiento prehispánico, que fue considerado en 1998 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tuvo una gran importancia e influencia en el noroeste de la Sierra Madre Occidental, en todo el oeste del estado de Chihuahua, Sonora, Arizona, Utah, Colorado y Nuevo México. Se cree que esta ciudad pudo llegar a tener 3.500 habitantes, aunque se desconoce a que etnia pertenecían ni que lengua hablaban, ya que del mismo modo que el resto de culturas de la zona, no desarrolló un sistema de escritura.

50 años de estudios arqueológicos en Paquimé

El estudio de este importante yacimiento arqueológico no comenzó hasta aproximadamente 1960, cuando inició los trabajos de excavación Carlos Di Peso, que fueron continuados por Beatriz Braniff en 1990. Durante medio siglo de trabajos se han extraído 24 toneladas de materiales arqueológicos prehispánicos recuperándose piedra tallada, cerámica, restos óseos, turquesas, conchas, cobre, telas y madera. En estas excavaciones se desarrollaron dos líneas de trabajo, la exploración arqueológica de la cultura de Casas Grandes y la preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Según el director del Proyecto Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Gamboa Carrera, Paquimé es un lugar único en México “Paquimé y la cultura Casas Grandes se gestó con las migraciones de los hombres que huían de la sequía desde la gran cuenca de Norteamérica. El suroeste americano se encontraba ya habitado, y la región de Casas Grandes, “La última pradera”, fue el límite de estas migraciones. Los pobladores abarcaron hasta la parte meridional del estado de Chihuahua. No hay más evidencias de estas migraciones en Sonora, Sinaloa ni en Durango”.


Construcciones singulares inéditas en todo México

Respecto a las espectaculares construcciones y la comodidad de las viviendas, muy avanzadas a su época, Gamboa señala que la confortabilidad de las construcciones se debía a que “Paquimé fue una ciudad construida por los hombres para los hombres, a diferencias de las ciudades mesoamericanas, que fueron construidas para los dioses”.
Los edificios presentan rasgos de la cultura conocida como Oasisamérica, construidos con adobe, con alcobas, escaleras interiores y hasta siete pisos de altura. En el interior de estos edificios se han hallado conchas, cuentas de turquesas, objetos de cobre, figuras talladas de piedra, telas de algodón, maguey, pipas, fragmentos de cuarzo tallado, pipas y objetos de barro de forma fálica.

Espectaculares construcciones

El conjunto arquitectónico que ha persistido hasta nuestros días está formado por anchos muros de tierra compactada que abarcan las viviendas con patios, columnas y habitáculos comunicados entre sí, llegando a alcanzar todavía algunas casas las tres plantas de altura y hasta cuatro. En las partes donde ya se han derrumbado los pisos elevados, aún se pueden ver los restos de las vigas de madera y los pisos.
Las edificaciones no solamente eran utilizadas como alojamientos, sino que también servían como taller para tallar turquesas y conchas, fabricar metates o realizar ritos religiosos. En algunas edificaciones, como la Casa de las Guacamayas, se criaban estas aves, que eran traídas de las zonas tropicales a través de sus rutas comerciales.

Una arquitectura para la comodidad de los hombres

Sus peculiares puertas en forma de T no responden tan solo a un ejemplo de diseño arquitectónico, sino que procuraba un eficiente sistema de abastecimiento de agua. Los habitantes de Paquimé desarrollaron grandes obras de ingeniería para evitar la erosión y conducir agua a los campos de cultivo. Todas las viviendas contaban con agua potable procedente de grandes aljibes, alimentados por una acequia procedente de un manantial lejano. Del mismo modo, los patios contaban con avanzados sistemas de drenaje para canalizar el agua de lluvia.
Los centros ceremoniales se localizan en la parte oeste del territorio; es una hilera de estructuras construidas con relleno y piedra que probablemente estuvieron cubiertas con cal pintada. Alguna de las construcciones rituales tenían forma de cono truncado, existían dos juegos de pelota similares a los de las culturas toltecas del sur de México, así como hornos en los que se cocía el agave para la elaboración de mezcal. También han quedado vestigios de la existencia de un mercado en una zona llana entre las viviendas y los edificios civiles.

Cómo vivieron y murieron los habitantes de Paquimé

Por lo que respecta a los vestigios de cómo fueron los habitantes de Paquimé, sus representaciones en las vasijas cerámicas muestran hombres de corta estatura, robustos, pelo negro lacio, cara redondeada, que se vestían con mantas de muchos colores y diseños.
Los restos humanos hallados en la ciudad se dividen en dos grupos, los enterramientos in situ, que se depositaron en una urna que se excavó bajo el primer piso de las viviendas y los individuos que fueron hallados diseminados, sin una tumba y sin asociación alguna, lo que llevó a pensar a Di Pesso que estos individuos murieron en un ataque que provocó el colapso de la civilización de Paquimé.


El descubrimiento de la misteriosa ciudad de Paquimé


Construcciones de Paquimé. - centricphoto.com
Paquimé y sus habitantes son uno de los misterios arqueológicos más importantes que alberga el estado de Chihuahua y la Sierra Madre Occidental.

Paquimé ha guardado los secretos de la cultura que creó su espectacular arquitectura hace 1.300 años, misterios de una cultura singular, que creó una red comercial con el centro y sur del México prehispánico, desarrollando una civilización que dominó un área importante de lo que actualmente son los estados de Chihuahua (zona oeste), Sonora, Arizona, Utah, Colorado y Nuevo México, al noroeste de la Sierra Madre Occidental. Situada en el estado de Chihuahua, al norte de México, a 350 kilómetros al noroeste de la capital del estado y a tan solo 500 metros de la localidad de Casas Grandes, este yacimiento arqueológico guarda innumerables vestigios de una civilización prehispánica, que como tantas otras en México, desapareció en las brumas del tiempo.

El descubrimiento de Don Francisco de Ibarra
Cuando el fundador de la villa de Durango, Don Francisco de Ibarra, nacido en Éibar (Guipúzcoa) en 1539, que murió en Sinaloa (México) en 1575, llegó a Paquimé encontró grandes casas de adobe ocupadas por indios jumas, que se dedicaban a la caza. Ni rastro de sus originales pobladores.

Ibarra venía de una epopeya que le había llevado a la Sierra Madre partiendo de San Juan de Sinaloa en busca de territorios no conquistados y de nuevos horizontes para la explotación minera, aunque el episodio de Paquimé fue considerado un fracaso, acabó con el descubrimiento de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de México.

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La fecha de partida de esta empresa no está claramente definida, ya que el cronista de Francisco de Ibarra, Baltasar de Obregón, establece la fecha en el 19 de mayo de 1567, aunque una carta escrita por Sotelo de Betanzos, fechada el 5 de julio de 1566 ya hace mención de dicha expedición, según se recoge en el libro “Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya” de Atanasio G. Sarabia, donde se narra de manera somera el azaroso viaje de Don Francisco y sus huestes.

La azarosa expedición a la Sierra Madre
La expedición que encabezaba Don Francisco de Ibarra estaba compuesta por sesenta soldados, la mayoría de ellos arcabuceros, gente veterana, valiente y de fiar, que sufrió dificultades y penurias, ascendiendo por caminos escarpados en los que llegaron a perder algunos caballos.

Cuando llegaron a la cima de la primera cordillera de la sierra tuvieron un encuentro con indígenas, que los recibieron en paz. Tras atravesar espantosas cañadas, peñascos y riscos, sintieron la decepción de estar dirigiéndose irremediablemente a tierras ya descubiertas con anterioridad y pobladas por indios hostiles, a cuyas flechas envenenadas temían los españoles por sus funestas consecuencias.

+ Info
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Ante la imposibilidad de encontrar nuevos territorios ni villas pobladas en las que abastecerse, los hombres de Don Felipe de Ibarra decidieron mayoritariamente regresar, lo que además de la decepción supuso un calvario, en el que tuvieron que sacrificar a sus monturas para alimentarse, comer bellotas y magueyes, además de resultar intoxicados con hongos que recolectaron para comer.

Una cultura floreciente
La cultura que floreció en Paquimé comenzó en el año 700, con el primer asentamiento humano que introdujo la agricultura y que además construyó uno de los símbolos de esta civilización, junto con las ollas de barro, las casas. Don Francisco de Ibarra y su grupo quedaron maravillados por las construcciones de varios pisos, a las que asemejó con las villas romanas. “Esta gran ciudad... contiene edificios que parecen haber sido construidos por los antiguos romanos. Es impresionante verlos. Hay muchas casas de gran tamaño, fortaleza y altura... Tienen seis y siete pisos, con torres y muros como fortalezas para protección y defensa contra los enemigos... las casas contienen grandes y magníficos patios...”

Paquimé llegó al máximo de su esplendor en los siglos XIV y XV, habiendo desarrollado una potente ruta comercial con las civilizaciones del Centro y Sur de México. Con ellas comerciaba con turquesas de las minas norteñas, traían toneladas de conchas de las playas de Sonora, Sinaloa y Baja California, además de las vistosas guacamayas, que incluso tenían un espacio reservado en sus edificios para su cría, de las cuales distribuían sus preciosas plumas por toda la región. Su extraordinaria cerámica policromada se utilizaba como moneda de pago en sus transacciones comerciales en aquel tiempo.

El ocaso de Paquimé
Sin embargo, esta civilización desapareció sin dejar más rastro que su arquitectura y la huella dejada en forma de restos arqueológicos. Como el resto de culturas de la zona, la cultura que fundó Paquimé no desarrolló un sistema de escritura, por lo que las primeras constancias escritas son las dejadas por los conquistadores españoles, como Don Francisco de Ibarra, de las que dio fe su cronista, Baltasar de Obregón.

La decadencia de Paquimé terminó en 1340, cuando la población que ahora conocemos como Casas Grandes, fue quemada y abandonada por sus habitantes. Según el arqueólogo, Charles Di Peso, Paquimé floreció hacia el año 1200 y su colapso como civilización tuvo lugar sobre el año 1350, sin embargo, según el director del Proyecto Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Gamboa Carrera, actualmente se sabe con precisión gracias a las investigaciones y los avances tecnológicos, que Paquimé floreció y sucumbió 100 años después.




Localización
Se localiza aproximadamente a 350 km. al noroeste de la capital del estado de Chihuahua, a sólo tres horas de Ciudad Juárez y a medio kilómetro del pueblo de Casas Grandes.
Como llegar
Tomar la carretera 16 desde Ciudad Juárez hasta Ciudad Cuauhtémoc y seguir por la ruta 23 hasta llegar a Nuevo Casas Grandes, cerca de ahí encontrará el viejo Casas Grandes que ofrece todos los servicios y donde se encuentra la zona arqueológica.
Es aconsejable llevar ropa ligera porque el clima es caluroso, asi como zapatos muy cómodos pues el camino es largo y hay que descender o ascender por senderos en la montaña.
Clima

Al norte de la zona el clima es desértico, la vegetación es esteparia y los suelos son salinos y erosionados.
Al sur se presentan suelos más fértiles, con lluvias más o menos regulares y una amplia gama de vegetación.
Antecedentes históricos del lugar

La cultura Paquimé dio inicio alrededor del año 700 con la presencia humana que introdujo la agricultura y construcción de pequeñas casas semisubterráneas construidas a la orilla de los ríos Piedras Verdes, San Pedro y San Miguel, dichos ríos al unirse forman el río Casas Grandes.
Paquimé tuvo su apogeo en los siglo XIV y XV , su desarrollo comercial en esta época fue muy importante, surtían turquesa procedente de minas norteñas hasta el centro y sur de México, comercializaban la concha traída por toneladas desde las costas de Sonora, Sinaloa y la Baja California; asi también las guacamayas y sus plumas eran redistribuidas por toda la región. Su extraordinaria cerámica policromada fue igualmente utilizada como bien de pago.
Posteriormente vino una etapa de decadencia hasta su desaparición en 1340, cuando Casas Grandes fue quemada y abandonada.
En 1566 el explorador español Francisco de Ibarra y su tripulación llegaron hasta Paquimé, la zona estaba habitada en ese entonces por los nativos jumas, quienes no practicaban la agricultura y vivían de la caza y de la recolección de frutas y raíces. Al preguntarles a los nativos por el nombre del pueblo, éstos les respondieron "Paquimé" por lo que Don Francisco de Ibarra le otorgó al pueblo el nombre de "Casas Grandes".
Este asentamiento prehispánico tuvo gran influencia en el noroeste de la Sierra Madre Occidental; la mayor parte del oeste de Chihuahua y algunas áreas de los estados de Sonora, Arizona, Utah, Colorado y Nuevo México.
De su extensión total (70 hectáreas) sólo una fracción esta cercada y una menor excavada. Sus edificios tienen rasgos de la cultura de Oasisamérica; fueron construidos de adobe y alcanzaban hasta 7 pisos, contaban con alcobas y escaleras interiores.
Los fragmentos de vigas y maderos que sostenían los pisos superiores de estos edificios, tenian en su interior conchas, cuentas de turquesa, objetos de cobre, figuras talladas en piedra serpentina, textiles de algodón y maguey, panes de sal, fragmentos de trabajo en cuarzo, pipas y objetos de barro de formas fálicas.
Sus puertas en forma de "T" eran obras arquitectónicas muy funcionales, ya que gracias a este diseño sus habitantes contaban con un eficiente sistema de abastecimiento y distribución de agua.
La construcción de enormes obras llevadas a cabo por sus habitantes en las laderas de la sierra, impedían la erosión y llevaban el agua a los terrenos de cultivo.
Los centros ceremoniales se localizan en la parte oeste del territorio; es una hilera de estructuras construidas con relleno y piedra que probablemente estuvieron cubiertas con cal pintada.
Los primeros trabajos importantes de arqueología fueron realizados en la década de 1960 por Carlos Di Peso y al inicio de los años noventa estuvo a cargo de un grupo encabezado por Beatriz Braniff.
Se consideró a Paquimé como un testimonio elocuente y abundante de la evolución cultural del norte de América, y en particular de las ligas comerciales y culturales prehispánicas de la región, es así que este sitio fue declarada en 1998 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como Patrimonio de la Humanidad.
Atractivos en Paquimé


  • Juego de pelota: Es parecido a los que se conservan de la cultura tolteca. Aquí mismo se descubrieron pectorales formados por cascabeles en forma de tortuga, hechos con la técnica de la cera perdida.
  • Montículo de las ofrendas: En este lugar fue donde se descubrió un altar de piedra roja y algunos collares de huesos humanos.
  • La Casa de los Hornos: Forma parte de un conjunto de nueve cuartos y dos plazas pequeñas. Se cree que los hoyos encontrados en su interior fueron usados para cocer el agave o sotol, empleando piedras calentadas..
  • El Montículo de la Cruz: Mide 15 metros de largo; quizá tuvo alguna función calendárica, pues está orientado astronómicamente según los puntos cardinales.
  • La Casa del Pozo o de la Noria.
  • La Casa de los Muertos.
  • La Casa de las Columnas.
  • La Casas de las Guacamayas: Se le llama así porque en tal sitio fueron desenterrados los restos de guacamayas, sugiriéndose allí un criadero de esas aves muy apreciadas por sus plumas.
  • Vasijas de barro: Otras de las característica que más distinguen a Paquimé son sus vasijas de barro a las que se les denomina OLLA. Esto, porque más que un artículo de uso simple son ceremoniales y/o decorativas. Los pobladores de Paquimé dejaron como legado miles de vasijas decoradas en las que plasmaron sus propios rostros, las formas de sus cuerpos, la decoración de los mismos, los animales de su entorno y muchas otras figuras más.
    A partir de 1970 se inició un movimiento artístico basado en estas Ollas de Barro que dieron origen a la "Cerámica de Mata Ortiz" (nombre de un pueblito vecino a Paquimé), éstos trabajos réplicas de las Vasijas u Ollas de Paquimé, se han convertido en la más grande manifestación de arte en barro en México.
Hallan vestigios de grupos apaches en sitio arqueológico paquimé PDF Imprimir Correo electrónico
* Prosigue el INAH la exploración en Cañón del Embudo, Chihuahua


En la Cueva de Las Jarillas se hallaron objetos prehispánicos de la cultura paquimé, entre los que destacan piezas de turquesa, concha, vasijas de la región de Madera (en la imagen), además de cestería, objetos de adorno personal, como collares elaborados en concha y piedra, y herramientas, como hachas y metates, entre otros.



Foto Eduardo Gamboa/ INAH
Periódico La Jornada
Martes 27 de julio de 2010


Una serie de vestigios de casas cónicas y pintura mural fueron descubiertas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el sitio Cañón del Embudo, en Chihuahua.


El hallazgo refiere que estos grupos se refugiaron en este rocoso lugar durante la persecución que sufrieron en Estados Unidos hacia 1850.


Además, en este mismo sitio arqueológico, el más grande de la Sierra Madre occidental, también se encontró gran cantidad de piezas de cerámica y cestería, así como herramientas de la cultura paquimé, de los años 900 a 1450 dC.


Estos descubrimientos se realizaron durante los trabajos de investigación y conservación que se realizan en el lugar, que cuenta con más de 20 cuevas dentro de las cuales hay construcciones prehispánicas conocidas como “casas en acantilado”.


La investigación se desarrolla con recursos aportados por la Fundación J.M. Kaplan, por conducto de la World Monuments Fund, que ascienden a 75 mil dólares.


Eduardo Gamboa, director del Centro Cultural Paquimé y responsable de los trabajos de investigación en el Cañón del Embudo, informó que en la meseta de la montaña se localizaron vestigios de antiguos grupos apaches, entre los que resalta una aldea con restos de 20 tipis (casas apaches o tiendas cónicas), que fueron ocupadas de 1850 a principios del siglo XX, como refugio ante la persecución en Estados Unidos.


“Llegaron a ocultarse en este sitio porque lo consideraban un lugar sagrado de sus ancestros. Por eso durante su estancia no habitaron en las casas en acantilado, sino que construyeron sus tipis; en las viviendas prehispánicas que hay en las cuevas sólo hacían ceremonias y en ese contexto pintaron el mural que también encontramos.”
Dicho mural, dijo, está pintado en dos cuartos de uno de los conjuntos habitacionales que los arqueólogos han denominado Cueva de las Pinturas Apaches, donde estos grupos dejaron plasmadas escenas en las que aparecen montados a caballo; en él predomina el color negro porque fue elaborado con ceniza, a diferencia de las pinturas prehispánicas trabajadas con pigmentos de colores.


El arqueólogo dijo que dentro de otras cuevas también se encontraron artefactos de metal y gran cantidad de rastrojo, principalmente para caballos, lo que indica que esos espacios fueron usados por lo apaches para resguardar animales.


Gamboa añadió que durante los trabajos de restauración que se realizan en la Cueva de Las Jarillas –donde se conserva uno de los conjuntos de “casas en acantilado” más grandes de toda la región– se localizaron gran cantidad de objetos prehispánicos de la cultura paquimé, entre los que destacan piezas de turquesa, concha, cerámica de la región de Madera, con imágenes que hacen referencia a la arquitectura y sus deidades totémicas como la del perico.


También fue hallada otra pintura mural, ésta de la cultura paquimé, en la que están plasmadas figuras de humanos con cabezas de animales y seres que combinan diversas partes de aves y peces.


Detalló que las piezas prehispánicas localizadas permiten advertir cómo vivió la cultura Paquimé en las “casas en acantilado”.

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