21.12.10

Göbekli Tepe - TURQUIA

En una época donde el ser humano sólo tenía en mente su propia supervivencia, se erigía el que para muchos historiadores es el primer templo de culto de la historia.
Para hablar de él debemos irnos hasta el sur de Anatolia (Turquía) donde se halla este magistral templo construido por simples cazadores recolectores,

Este yacimiento ha supuesto un shock para la arqueologia. Las pruebas irrefutables del radiocarbono situan la construccion antes de la invencion de la ceramica, de la metalurgia, de la escritura, la rueda y el desarrollo neolitico.
el lugar es unos 6500 años anterior a Stonehenge y 7000 mas antiguo que las piramides de Egipto.
Este hallazgo es casi ignorado por los medios de comunicacion.

Göbekli Tepe.
Y esto es lo sorprendente de la historia, porque según el orden que se ha llevado a cabo durante milenios en la progresión de cualquier civilización conocida ha sido uno muy diferente al que se da en este caso, es decir, primero los cazadores recolectores han tenido que descubrir la agricultura para a continuación crear asentamientos y pequeñas comunidades. Al estar asentado en un lugar y teniendo más tiempo para pensar se desarrollaron las creencias, adoración a deidades o lo que hoy conocemos como religión. Posteriormente vendría la creación de templos en honor a esos Dioses y más tarde la proliferación de las ciudades y la civilización en general.

Y por eso es tan curioso que un grupo de cazadores recolectores crease tal monumento saltándose por completo el orden llevado por tantas civilizaciones diferentes.
No es esa la única rareza en el tema, ya que el colosal tamaño de este monumento es tal, que la organización, trabajo y tiempo de construcción es sumamente complicado para unas personas que solo tenían como objetivo alimentarse y sobrevivir.
Aquellos hombres de Göbekli, hace 11.000 años (del 9.000 a.C, datado por el carbono 14) eran cazadores y recolectores, aún no tenían ciudades ni cultivos, pero ya habían edificado templos y santuarios. Si recordamos que el famoso santuario de Stonehenge en Inglaterra fue construido por culturas campesinas neolíticas (en tres fases, entre el 3.000 aC y el 1.600 aC) podemos entender la antigüedad de estos santuarios.

Y no sólo por su antigüedad destaca este templo, sino por su tamaño y formación.
Con escaneos de radar en el subsuelo de la zona, constataron que al menos otros 16 anillos están aún enterrados a lo largo de 8,9 hectáreas de terreno, según el artículo del Smithsonian del año 2008.
En los megalitos se encuentran tallas de imágenes de buitres, aves acuáticas, arañas y muchos otros animales. Unos megalitos en forma de “T” que miden entre 3 y 5 metros de altura.
Se disponen diferentes pilares en dicha estructura, habiendo dos, los más grandes, en el centro de cada anillo.



Entre el material extraído se han hallado además multitud de objetos, como estatuas de diferentes tamaños (jabalíes y otros cuadrúpedos sin identificar, e incluso una figura humana con un poderoso falo erecto), infinidad de herramientas de sílex y una buena provisión de botones líticos, quién sabe si procedentes de antiguas prendas ceremoniales. Pero el testimonio más abundante lo forma la extraordinaria cantidad de huesos de animales salvajes encontrada. Según los arqueólogos, hay más fósiles en un metro cuadrado de Göbekli Tepe que en el conjunto de muchos otros yacimientos. La especie más frecuente es la gacela, aunque también hay uros, onagros, jabalíes, ciervos o aves. Los huesos aparecen machacados y con el tuétano extraído, lo que indica que son restos de comidas e identifica a los comensales como un pueblo de cazadores-recolectores.
Una de las dudas que tenemos es cómo pudieron transportar estos monolitos un pequeño grupo de personas.
Bien, en este caso, puesto que el lugar donde extraían estas piezas estaba relativamente cerca y no eran monolitos extremadamente pesados se acepta que pudiesen, poco a poco, transportar estas enormes rocas hasta la colina donde se halla el templo. Los monolitos se esculpían y tallaban en el lugar de extracción antes de ser transportados y se estima que harían falta unas 50 personas para poder trasladarlo.

El arqueólogo alemán Klaus Schmidt que lleva trabajando en las ruinas de este lugar desde 1994 ha llegado a diferentes conclusiones.
Puesto que en ninguna zona cercana en un radio de 15 kilómetros se ha hallado ningún resto de población o asentamiento, cree que el lugar era un templo de peregrinación espiritual.
Y aquí llegamos a otro punto interesante porque vemos que un grupo de cazadores-recolectores, sin haber creado asentamientos ni haber descubierto la agricultura ya tenía unas creencias marcadas.
Si observamos pinturas rupestres en diferentes cuevas alrededor del mundo podemos observar que el hombre se dibuja en ellas como algo en segundo plano, poniendo a los animales y la naturaleza por delante.
Es decir, el ser humano, a sí mismo se consideraba una pieza más en la Tierra, nunca por encima de la naturaleza.
Pero en los enormes pilares en forma de T, aparte de las figuras de animales cinceladas, el monolito en forma de T en sí es un ser humano. Representando su torso, sus brazos, e incluso la hebilla del cinturón, algo curioso cuanto menos.


Y en este caso las figuras de los animales por debajo de los seres humanos representados. Además en los diferentes anillos desenterrados se han hallado multitud de huesos de animales salvajes como gacelas o jabalíes, también representados en los pilares.
Y este podría ser el primer chispazo de la creencia o espiritualidad del ser humano, donde dejaba de representar como una pieza más de la naturaleza y pasaba a creer que estaba por encima de ella.
Este pudo ser el detonante para descubrir la agricultura y la ganadería.
Podríamos estar hablando la primera creencia o religión en la historia de la humanidad, al borde de la última glaciación y miles de años antes de la cultura mesopotámica o egipcia.
Pero Göbekli Tepe guarda un misterio todavía que aún no ha conseguido descifrarse.

Se encuentra en una colina, pero una colina artificial. Ya que en su base se encuentran multitud de anillos con estos monolitos y figuras esculpidas, pero según iban pasando los años, sus gentes enterraban por completo estos anillos para construir otros encima exactamente iguales pero de un tamaño más reducido.
Y así sucesivamente, uno encima de otro hasta crear una enorme colina artificial con multitud de templos sepultados.
¿Por qué? No lo sabemos.



Oldest Temple in the World



Covering an area the size of three tennis courts, the archaeological site known as Göbekli Tepe in South-east Turkey is known as the oldest temple in the world. 


Consisting of a series of sub-surface cult buildings, it is to be found on the top of a ridge overlooking a fertile agricultural landscape, north-east of the modern city of Saniurfa. According to the German archaeologists who have been excavating here since 1995, Göbekli Tepe, as much as 11,500 years old, was constructed by faceless individuals (+/- 500 years) belonging to an epoch known as the Pre-Pottery Neolithic. This was a transitional stage between the hunter gatherers of the still present Ice Age, and the more settled agricultural communities that emerged on the banks of the Euphrates river shortly after the ice sheets receded, causing a gradual change in temperature and environment.


Gobekli Tepe ( Kurdish: Girê Navokê) is a hilltop sanctuary built on the highest point of an elongated mountain ridge about 15 km northeast of the Kurdish town of Urfa in northern Kurdistan. The site, currently undergoing excavation by German archaeologists,and was erected by hunter-gatherers in the 10th millennium BC (ca 11,500 years ago), before the advent of sedentism. . Göbekli Tepe is the oldest human-made place of worship yet discovered. Until excavations began, a complex on this scale was not thought possible for a community so ancient. The oldest occupation layer (stratum III) contains monolithic pillars linked by coarsely built walls to form circular or oval structures. So far, four such buildings, with diameters between 10 and 30m have been uncovered. Geophysical surveys indicate the existence of 16 additional structures.Stratum II, dated to Pre-Pottery Neolithic B (PPNB) (7500 - 6000 BC), has revealed several adjacent rectangular rooms with floors of polished lime, reminiscent of Roman terrazzo floors. The most recent layer consists of sediment deposited as the result of agricultural activity.The monoliths are decorated with carved reliefs of animals and of abstract pictograms. These signs cannot be classed as writing, but may represent commonly understood sacred symbols, as known from Neolithic cave paintings elsewhere. The very carefully carved reliefs depict lions, bulls, boars, foxes, gazelles, asses, snakes and other reptiles, insects, arachnids, and birds, particularly vultures and water fowl.
Vultures also feature in the iconography of the Neolithic sites of Çatalhöyük and Jericho; it is believed that in the early Neolithic culture of Kurdistan and the Near East the deceased were deliberately exposed in order to be excarnated by vultures and other birds of prey. (The head of the deceased was sometimes removed and preserved—possibly a sign of ancestor worship.) There are freestanding sculptures as well that may represent wild boars or foxes. As they are heavily encrusted with lime, it is sometimes difficult to tell. Comparable statues have been discovered at Nevalı Çori and Nahal Hemar.The quarries for the statues are located on the plateau itself; some unfinished pillars have been found there in situ. The biggest unfinished pillar is still 6.9 m long; a length of 9m has been reconstructed. This is much larger than any of the finished pillars found so far. The stone was quarried with stone picks. Bowl-like depressions in the limestone rocks may already have served as mortars or fire-starting bowls in the epipalaeolithic.
While the structures are primarily temples, more recently smaller domestic buildings have been uncovered. Despite this, it is clear that the primary use of the site was cultic and not domestic. Schmidt believes this "cathedral on a hill" was a pilgrimage destination attracting worshipers up to a hundred miles distant. Butchered bones found in large numbers from local game such as deer, gazelle, pigs, and geese suggest that ritual feasting (and perhaps sacrifice) were regularly practiced here.Göbekli Tepe is regarded as an archaeological discovery of the greatest importance, since it profoundly changes our understanding of a crucial stage in the development of human societies. Apparently, the erection of monumental complexes was within the capacities of hunter-gatherers and not only of sedentary farming communities as had been previously assumed. In other words, as excavator Klaus Schmidt put it: "First came the temple, then the city." This revolutionary hypothesis will have to be supported or modified by future research.














Why exactly Göbekli Tepe was built even before this took place remains a mystery. All that makes sense is that the various linear structures with roofs supported by carved T-shaped pillars, displaying a wide range of animals, birds, serpents, spiders and anthropomorphs of a quality unequalled thereafter until the emergence of the Sumerian and Akkadian civilizations down in the fertile plains of Iraq thousands of years later. What was the purpose of these incredible prehistoric structures? Might they be aligned to the stars like megalithic monuments worldwide?














Gobekli Tepe

Carlos Delgado | Iniciativa Debate | 04/07/2013

Cuando se habla de monumentos prehistóricos, una suerte de automatismo psíquico aprendido nos lleva a pensar en construcciones megalíticas como la de Stonehenge, con grandes monolitos toscamente tallados, escasamente rematados y con poco o ningún espacio para el detalle y la ornamentación. Sin embargo, recientes hallazgos arqueológicos en Turquía han obligado a los expertos a cuestionarse de raíz algunas hipótesis que la antropología tenía asumidas casi como axiomas desde sus primeros pasos como ciencia. 
Uno de ellos en particular ha conmocionado y conmociona no ya a la comunidad científica y académica, sino a toda persona que toma conocimiento de su existencia. Su nombre: Göbekli Tepe, una soberbia construcción –probablemente, un templo– formada por enormes bloques de caliza tallada y labrada con una habilidad y sofisticación que se nos antojaban hasta ahora inconcebibles para su época. A su lado, el diseño de Stonehenge parece obra del trazo torpe e inseguro de un preescolar; poco más que un montón de menhires apilados en círculo. Pero lo que distingue a esta nueva construcción en la actual Turquía del célebre monumento inglés es algo más que la laboriosidad o la dificultad técnica. Lo que marca la distancia entre ambos y abre las bocas de eruditos y profanos son los casi 7.000 años que los separan. Las mediciones calibradas sitúan el estrato más antiguo –hasta ahora– de Göbekli Tepe en torno al año 9600 antes de Cristo. 
Es, por tanto, 6.500 años anterior a Stonehenge y 7.000 años más viejo que la más vieja de las Pirámides. Se trata, con holgada diferencia, del monumento megalítico más antiguo que la Humanidad ha conocido, y su descubrimiento viene a cambiar de manera drástica la percepción que el Homo sapiens sapiens tiene de la arquitectura neolítica y de su propia evolución como especie.

Un hallazgo entre ríos (μεσο ποταμία)
Göbekli Tepe (Colina Panzuda, en turco) es un pequeño monte orondo y rechoncho que se alza sobre una meseta al sureste de Turquía, en el Kurdistán occidental, a 15 kilómetros de la ciudad de Urfa (oficialmente, Sanliurfa) y cerca de la frontera con Siria. La zona está encuadrada dentro de esa vasta región entre los ríos (meso potamía, en griego) Éufrates y Tigris a la que los árabes llaman Al-Jazira (La Isla) y los turcos, Yukarı Mezopotamya (Alta Mesopotamia). 
Estamos en el centro del llamado Creciente Fértil, la tierra que vio nacer la civilización humana.

Hasta aquí llegó en 1994 el arqueólogo alemán Klaus Schmidt, que hoy dirige la excavación para el Instituto Arqueológico Alemán (Deutsches Archäologisches Institut o DAI), seguramente avisado del extraño hallazgo de Savak Yildiz, un anciano pastor kurdo de la zona. Enterradas en la falda de la colina había unas curiosas piedras de forma sospechosamente rectangular. Según el propio Schmidt, “cuando comenzamos a excavar, supe en seguida que iba a pasar aquí el resto de mi vida”. Los resultados de las mediciones de radiocarbono fueron impresionantes e inapelables: las piedras de Göbekli Tepe tienen entre 10.000 y 12.000 años. 
Desde entonces, las sucesivas excavaciones llevadas a cabo de manera conjunta por el Museo Arqueológico de Sanliurfa y el DAI han ido sacando a la luz el testimonio de un pasado que no deja de maravillar a investigadores del mundo entero.

Con T de monoliTo

Una vez desenterradas, las piedras resultaron ser imponentes pilares en forma de T mayúscula, perfectamente tallados y extraídos de la roca viva en una sola pieza de entre 2 y 3 metros de altura y un peso de hasta 5 toneladas. Están colocados de pie, encastrados cada pocos metros a lo largo de un muro que cierra un recinto circular de 20 metros de diámetro. Aisladas en el centro de este anillo se levantan, erguidas verticalmente sobre dos grandes pedestales planos también de piedra, otras dos T’s de caliza notablemente más grandes que las anteriores, de hasta 6 metros de altura y 10 toneladas de peso. Pero aún más fascinante que el tamaño de estos pilares en T es su superficie. 
En ella aparecen, grabados en bajorrelieve, dibujos de distintos animales: zorros, jabalíes, toros, leones, patos, grullas, buitres, serpientes, arañas, escorpiones y hasta una figura en altorrelieve de una especie de leopardo de aspecto fiero y demoníaco
Algunos pilares tienen brazos tallados a ambos lados y manos que se cruzan sobre el abdomen. En otro aparece una figura humana decapitada y con el falo erecto… Son historias contadas sobre la piedra en una especie de protolenguaje gráfico muy primitivo que ya –o todavía– nadie sabe leer. Todo el conjunto rebosa simbología.

Pero no se trata de un recinto único. Hasta la fecha se han localizado y excavado seis de estos anillos, no todos de forma circular, aunque sí están todos ellos culminados en su centro por un par de T’s más prominentes. El número total de monolitos desenterrados supera ya los 40, pero se sabe que hay muchos más. El escaneado geomagnético del terreno ha detectado bajo tierra al menos dos decenas de estos recintos, de diferentes formas: circulares, ovales, cuadrangulares o poligonales.

Una mina
Entre el material extraído se han hallado además multitud de objetos, como estatuas de diferentes tamaños (jabalíes y otros cuadrúpedos sin identificar, e incluso una figura humana con un poderoso falo erecto), infinidad de herramientas de sílex y una buena provisión de botones líticos, quién sabe si procedentes de antiguas prendas ceremoniales. Pero el testimonio más abundante lo forma la extraordinaria cantidad de huesos de animales salvajes encontrada. Según los arqueólogos, hay más fósiles en un metro cuadrado de Göbekli Tepe que en el conjunto de muchos otros yacimientos. 
La especie más frecuente es la gacela, aunque también hay uros, onagros, jabalíes, ciervos o aves. Los huesos aparecen machacados y con el tuétano extraído, lo que indica que son restos de comidas e identifica a los comensales como un pueblo de cazadores-recolectores.

A pesar de que tal abundancia de restos de presas es señal inequívoca de una presencia humana masiva, hasta ahora no se ha localizado tumba alguna, ni tampoco asentamientos permanentes. Esta circunstancia ha llevado al profesor Schmidt a la convicción de que los pilares representan a deidades prehistóricas y de que Göbekli Tepe fue un lugar de peregrinación espiritual: el primer santuario construido por la Humanidad. Una convicción que para algunos académicos no pasa de ser una hipótesis plausible y para otros –los menos– es, simplemente, una conclusión precipitada. Sea como fuere, el hallazgo es aún reciente, y las excavaciones solo cubren una pequeña parte del yacimiento, por lo que cualquier interpretación debe considerarse preliminar. Costará décadas dar respuesta a todos los interrogantes que el sitio plantea.

Un secreto enterrado bajo una colina artificial
Sea o no un templo, Göbekli Tepe es, sin duda alguna, la obra de arquitectura megalítica más arcaica de la que se tiene noticia. Su tamaño (hasta 15 metros de sedimentos acumulados sobre una superficie de unas 9 hectáreas), la ingente cantidad de fósiles que acumula y, sobre todo, su fabulosa antigüedad (décimo milenio a. C., y no se descarta que pueda haber estratos anteriores a esa fecha) han convertido ya a este yacimiento en uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la arqueología.

Pero ahí no acaban las preguntas. Por alguna razón que solo ellos conocieron, los cazadores-recolectores que construyeron Göbekli Tepe decidieron abandonarlo dos milenios más tarde. Por fortuna, antes de eso tuvieron también la exquisita atención de enterrarlo por completo, lo que ha permitido que se conservara hasta nuestros días. Parece ser que durante los 2.000 años en que este lugar permaneció activo, la práctica de enterrar estos presuntos templos para construir otros encima fue habitual cada pocos siglos. Por qué lo abandonaron definitivamente y, sobre todo, por qué se tomaron la colosal molestia de mover toneladas y toneladas de tierra, basura y escombros para taparlo todo y dejarlo convertido en una colina artificial son enigmas apasionantes. Su solución, de momento y dada la escasa información disponible, cae más en el terreno de la fe y la imaginación que en el de la ciencia. De hecho, los motivos espirituales encabezan la lista de las conjeturas más manejadas.

Un móvil en la tumba de Tutankamón
La ciencia, y en particular la antropología, bastante tiene con tratar de encajar este nuevo escenario en su concepción tradicional de Neolítico. Dicho encaje se antoja a primera vista imposible sin hacer también ajustes importantes en esa definición clásica. Y es que una construcción de estas características ubicada en el siglo XCVII a. C. supone un verdadero terremoto para nuestro plácido concepto de civilización. Si se hubiera encontrado un smartphone en la tumba de Tutankamón, el shock cronológico no habría sido mayor: entre los móviles de última generación y el reinado del famoso faraón median poco más de 3.300 años; entre los arquitectos de Göbekli Tepe y Tutankamón transcurrieron 8.300.

El escollo principal consiste en conciliar una obra así en el contexto de un pueblo de cazadores-recolectores. Si los arquitectos y artistas de Göbekli Tepe hubieran podido pasar por un ejemplo muy precoz de pueblo sedentario agrícola o ganadero, las dificultades para encuadrar su descubrimiento habrían sido menores para los antropólogos. Sin embargo, el registro fósil sugiere con fuerza –casi demuestra– que estos antepasados prehistóricos se ceñían a la caza y la recolección estacional como medio de subsistencia. Hasta finales del siglo pasado (hasta que comenzaron a publicarse los resultados de esta y otras excavaciones de la región, como el tristemente anegado yacimiento de Nevali Çori), los cazadores-recolectores eran considerados sociedades muy primitivas que vivían en pequeños grupos o clanes familiares de unas pocas decenas de individuos, seminómadas que habitaban en cuevas o en refugios rudimentarios construidos con madera y pieles. Este supuesto era, a todas luces, erróneo. Las piedras de Göbekli Tepe nos enseñan que las comunidades humanas de finales del Pleistoceno ya poseían la organización social, la capacidad de abstracción y los conocimientos y la pericia técnica y artística necesarios para erigir monumentos como este. Extraer y mover bloques de caliza de más de 10 toneladas sin conocer ni los metales ni la rueda ni las bestias de carga es una hazaña formidable que exige el concurso de varios centenares de personas trabajando de manera coordinada (la media estimada es de unos 50 individuos liberados durante varios meses para cada monolito). Tallarlos, levantarlos y conseguir que permanezcan en pie es toda una obra de ingeniería solo posible aplicando unas aptitudes que requieren siglos, quizá milenios, de especialización. Grabarlos tan primorosamente y con tal profusión de detalles denota una destreza, un talento y una inquietud artística impropios de un grupo de cazadores-recolectores. Quienes construyeron esta Colina Panzuda hace casi 12.000 años hacían algo más que cazar y recolectar. Entre sus gentes había arquitectos, ingenieros, albañiles, artesanos y artistas. Y también, probablemente, sacerdotes o jefes-chamanes que encauzaran voluntades y coordinaran esfuerzos.

Primero el templo, después la ciudad

A la luz de esta nueva evidencia, es obvio que las ideas clásicas sobre el origen de la civilización estaban equivocadas de medio a medio. Tradicionalmente, se ha admitido como válido que fue la agricultura lo que llevó al hombre a adoptar un modo de vida sedentario. Según esto, fue la domesticación de plantas y animales lo que obligó a nuestra especie a vivir en asentamientos que congregaban a comunidades cada vez más numerosas. Ello propició, a su vez, la disponibilidad de los recursos y el tiempo necesarios para dedicarse a otras tareas que no fueran procurarse el sustento. Entre estas tareas figura la de fundar una religión y un gobierno institucionalizados y construir templos y ciudades; en otras palabras: la tarea de civilizarse.
Ahora sabemos que la prehistoria no fue así. Dado que, en nuestro universo conocido, los efectos suceden a las causas y no al revés, hoy es ya insostenible que la sedentarización pudiera ser consecuencia de la agricultura. El ser humano ya estaba organizado en sociedades más o menos complejas y especializadas antes de aprender a trabajar la tierra. Si la tesis de Schmidt se confirma, si Göbekli Tepe resulta ser el primer templo construido por el hombre, la religión (entendida como institución, no como culto totémico) podría no solo no ser un efecto de la sedentarización, sino que incluso podría empezar a considerarse una de sus causas. Una hipótesis que Schmidt resume en una sola frase: «Primero el templo, después la ciudad».

Por otro lado, y con independencia de si Göbekli Tepe es una obra civil o religiosa, ¿podemos, contemplando esos gigantescos pilares grabados hace cerca de 12.000 años con esos símbolos ancestrales, negar a sus artífices el grado de civilizados, aunque no vivieran en ciudades? Resulta complicado sin acotar y revisar primero nuestro concepto de civilización.

¿Con la religión hemos topado?
Aparte su espectacularidad, su pasmosa antigüedad y su misterioso enterramiento, otra de las sorpresas que depara Göbekli Tepe es la discreta difusión que ha conseguido. Fuera de las publicaciones científicas y académicas, este increíble hallazgo ha pasado prácticamente desapercibido. Los periódicos generalistas han informado sobre él en uno o dos artículos –o en ninguno– en los últimos años, y revistas como Smithsonian (2008) oNational Geographic (2011) le han dedicado sendos reportajes. También ha comenzado a aparecer en algunos documentales divulgativos de ciencia y paraciencia. National Geographic ha producido un interesante monográfico de 45 minutos con el sugerente título Lost Civilisation (2012), es decir,Civilización perdida. En Alemania llegó a montarse una exposición con réplicas de algunos pilares. Pero, en líneas generales, Göbekli Tepe o no ha llegado al gran público o ha llegado sin que se le concediera la importancia que merece.

Cabe plantearse si esa falta de entusiasmo y espacio en los divertimedia no tendrá algo que ver con la incomodidad que para las grandes confesiones monoteístas actuales supone la posible existencia de una religión prehistórica muy anterior a ellas. Se da la circunstancia de que La Gloriosa Urfa (Sanliurfa, la ciudad actual más próxima a Göbekli Tepe) presume de ser la cuna del patriarca Abraham, o al menos, una de ellas. Y precisamente las tres primeras religiones abrahámicas, judaísmo, cristianismo e islamismo (cuyos fieles suponen, en total, más de la mitad de la población mundial) comparten el mito de la creación. 
Diferentes autores sitúan la fecha de la creación en los años 3759 a. C. (Ibn Daud, 1161), 3952 a. C. (Beda, 710), 3992 a. C. (Kepler, 1615) ó 4000 a. C. (Newton, 1728). Estas referencias pueden parecer muy antiguas y, ciertamente, lo son; pero también es cierto que los cálculos contemporáneos, si bien no menos eruditos, tampoco han aportado nada nuevo, más allá del innegable mérito de atribuir a Jesús de Nazaret un último milagro póstumo: el de haber nacido entre los años 6 y 4 antes de Cristo. No hay que olvidar que toda estimación de la cronología bíblica toma como base los relatos y el árbol genealógico del Génesis y se elabora sumando las edades de unos grandes patriarcas (héroes o semidioses, para otras mitologías precristianas) divinamente dotados de una longevidad excepcional: Adán (930), Matusalén (969), Noé (950),… Con semejantes premisas, cualquier discusión sobre el rigor empírico de los datos es pura retórica.

El caso es que las tradiciones judía, cristiana y musulmana ubican la creación alrededor de 6.000 años antes de nuestro siglo XXI, o sea, 5.600 años después de la construcción de Göbekli Tepe. Si a los jerarcas de estas tres religiones dominantes ya les cuesta un esfuerzo ímprobo reconocer, entender y aceptar a Darwin, no es difícil imaginar las trabas que son capaces de poner –y que, tal vez, ya estén poniendo– para admitir que las piedras de Göbekli Tepe lo cambian todo. Ya no se trata de que hubiera hombres antes de Adán. Lo que ahora se discute es si había dioses seis milenios antes de Dios, Alá o Jehová. Y eso ya son Palabras Mayores.

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Stone with serpent carving from Karahan Tepe ( photo: Harran University )



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Nearby is another Pre-Pottery Neolithic site called Karahan Tepe, which dates to a similar age as Göbekli Tepe. Stone rows, T-shaped stone pillars, and other standing stones cover an area the size of a soccer field. One day it will, I believe, prove to be even more important than Göbekli Tepe. Exactly what the mindset was behind those who created Early Neolithic sites such as Göbekli Tepe and Karahan Tepe is a complete mystery. Who were these faceless individuals, and what inspired them to construct such incredible monuments at the end of the Last Ice Age?
Note similarity of the structure of the sperm to the carving on the stone to the left.


göbekli tepe
Gobek​li Tepe (​Belly​ Hill,​rough​ trans​latio​n)​
"There's more time between Gobekli Tepe and the Sumerian clay tablets [etched in 3300 B.C.] than from Sumer to today,"


Megal​ithic​ cultu​re has alway​s held a deep fasci​natio​n for me, and I am amaze​d that this compl​ex in Turke​y has not recie​ved
more atten​tion.​ Const​ructe​d in 9,​000 B.C it is the oldes​t templ​e we know of, it pre-​dates​ the pyram​ids and stone​henge​ by 7,​000 years​!​ it was first​ disco​vered​ by a farme​r ploug​hing his field​s in 1994.​ work still​ conti​nues on the site under​ the super​visio​n of Germa​n Archa​eolog​ist Klaus​ Scmid​t,​who has uncov​ered many amazi​ng artif​acts.​For me the most aston​ishin​g thing​ about​ it is how close​ly it's const​ructi​on and some of the carvi​ngs resem​ble the megal​ithic​ sites​ of the Boyne​ valle​y in Irela​nd (​circa​ 5,​000 B.​C)​Did the same cultu​re migra​te to Irela​nd?​ Who knows​.​.​.​One inter​estin​g fact is that aroun​d 8,​000 B.C the whole​ compl​ex was cover​ed over with earth​,​ on purpo​se and with great​ effor​t.​ The carvi​ngs of anima​l totem​s are also unusu​al in the choic​e of foxes​,​scorp​ions,​etc.​ There​ are also life size statu​es.​ There​ are some good artic​les and blogs​ out there​,​well worth​ check​ing out if you have the time.​ Youtu​be have 2 short​ video​s (in Germa​n)​ I have made the slide​show below​
in order​ to share​ this wonde​r with you, it start​s with a compu​ter gener​ated image​ of how it looke​d after​ const​ructi​on was compl​eted,​ and then shows​ the scale​ of what has been excav​ated so far,​finis​hing with some of the artif​acts of this myste​rious​ cultu​re.​ There​ are also sever​al more sites​ yet to be excav​ated.​ Enjoy​ the slide​ show I hope it inspi​res you to enqui​re furth​er.



















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- ver minuto 11 al 18 - el resto rrelleno

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