CALENDARIO ROMANO:
Las festividades y
ritos religiosos de Roma se organizaban a partir de la institución de un
calendario basado en los ciclos de la Luna.
Originariamente el año
constaba de 10 meses :
Martius , Aprilis, Maius, Lunius, Quintilis,
Sextilis, Septembre, October, November y December.
En el año 45 a.C.
entró en vigor el año juliano, instituido por Julio César, con la
adición de dos meses al inicio del cómputo, lanarius y Februarius;
posteriormente se sustituyó el mes Qintilis por Lulius, en honor de
Julio César , y el mes Sextilis por Augustus , por el emperador del
mismo nombre. El año acabó instituido con doce meses de distinta
duración , intercalando un día cada cuatro años , originando el año
bisiesto.
Los sacerdotes
se encargaban del calendario instituyendo los días fastos , que
equivaldrían a nuestros laborables, frente a los días llamados nefastos,
exclusivamente dedicados a los dioses y a la actividad religiosa. Los
días nefastos no tenían una conotación negativa entre los romanos , pero
sí los llamados dies arti , días negros , en los que no se realizaba
actividad alguna, debido al recuerdo de un hecho terrible , una derrota
militar o por ser de culto a los muertos. El culto a las divinidades
constaba de una ritual escrito, en el que no faltaban las oraciones, los
votos ni sacrificios. Éstos tenían lugar fuera del templo , en un altar
a donde era conducido el animal que se iba a sacrificar. Dependiendo de
la divinidad se escogía el tipo de animal, el tamaño , el pelaje y el
sexo. El sacrificio recibía diferentes nombres : Holocausto , Hecatombe ,
Suovetaurilia.
Paso del calendario JULIANO al calendario GREGORIANO:
El calendario juliano es el antecesor del calendario gregoriano y se basa en el movimiento aparente del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 a. C., se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana, del Papa Gregorio XIII, en 1582. Sin embargo, en los países de religión ortodoxa se mantuvo hasta principios del siglo XX: en Bulgaria hasta 1916, en Rusia hasta 1918, en Rumanía hasta 1919 y en Grecia hasta 1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día las iglesias ortodoxas, excepto la de Finlandia,
siguen utilizando el calendario juliano, o modificaciones de él
diferentes al calendario gregoriano, para el cálculo de la fecha de
Pascua.
Antecedentes
Originariamente, en muchas culturas antiguas se utilizaba el
calendario lunar para contar el tiempo. Las evidencias históricas más antiguas indican que el
primer calendario solar fue creado en el
Antiguo Egipto,
a principios del tercer milenio a.C.; surgió de la necesidad de
predecir con exactitud el momento del inicio de la crecida del río
Nilo,
que tiene una periodicidad anual, acontecimiento fundamental en una
sociedad que vivía de la agricultura. Este calendario tenía un año de
365 días, dividido en tres estaciones, meses de 30 días y
decanos de diez días.
Los pueblos romanos primitivos tenían diferentes calendarios lunares,
cada uno con su propio número de meses, su propia duración del año y de
los meses, por ejemplo, los habitantes de
Alba Longa
tenían un calendario de 10 meses, de 18 a 36 días cada mes; los de
Labinia tenían otro de 374 días distribuido en 13 meses; los
etruscos tenían meses basados en la luna llena.
Ningún calendario romano contaba las semanas.
Calendario romano
Finalmente se acordó usar un calendario común de 304 días
distribuidos en 10 meses (6 meses de 30 días y 4 de 31 días). Pero éste
tenía desfases de tiempo y los pontífices paganos lo reajustaban
anualmente en el último mes. Los reajustes se hacían con criterios
políticos, pero no astronómicos, como determinar el día de pagar a la
servidumbre, y se hacía mal uso del reajuste, para prorrogar cargo de un
funcionario, adelantar o retrasar votaciones.
El año empezaba a finales de marzo (
martius, de
Marte,
dios de la guerra) que era el primer mes de primavera, cuando se
decidían las campañas militares del año. Los meses iban desde
martius hasta
februarius, en este orden:
- Martius: mes de Marte, dios de la guerra
- Aprilis: mes de apertura de flores (por la primavera, en el hemisferio norte)
- Maius: mes de Maia, diosa de la abundancia
- Junius: mes de Juno, diosa del hogar y la familia
- Quintilis: mes quinto
- Sextilis: mes sexto
- September: mes séptimo
- October: mes octavo
- November: mes noveno
- December: mes décimo
- Januarius: mes de Jano, dios de los portales
- Februarius: mes de las hogueras purificatorias (februa)
Los reajustes no evitaron el desfase de tiempo y sucedió que el
invierno fuera fechado en el otoño astronómico. Julio César terminó con
el desfase ordenando una reforma en el calendario romano.
Según
Plutarco, fue el rey
Numa –el sucesor de
Rómulo–
quien cambió el calendario de 10 a 12 meses, poniendo como primer mes
del año a enero en lugar de marzo. También, comenta que abril procede de
la diosa
Afrodita, mientras que mayo de la diosa Maia, madre de Mercurio.
Elaboración del calendario juliano
Sosígenes de
Alejandría tenía conocimiento de la fallida
reforma de Cánope al
calendario egipcio,
sucedida dos siglos atrás, y colaboró con Julio César para adoptar esa
vieja reforma al calendario romano e implantarla como un nuevo
calendario. Esta adaptación fechaba las estaciones y sus fiestas romanas
correspondientes concordando con el momento astronómico en el que
sucedían.
El nuevo calendario se implantó en el año
46 a. C. con el nombre de
Julius
y mucho después de juliano, en honor a Julio César. Únicamente en ese
año, se contaron 445 días, en vez de los 365 normales, para corregir los
desfases del calendario anterior, y se le llamó
el último año de la confusión.
Para ello, se agregaron dos meses, entre noviembre y diciembre, uno de
33 días y otro de 34, además del mes intercalado en febrero.
Desde
44 a. C. se acordó que todos los años constaran de 365 días, y cada cuatro años se contarían 366 y se llamaran
años bisiestos,
porque se fechaban dos días consecutivos como 24 de febrero (último día
del calendario romano en ese momento). En aquella época ese 24 de
febrero se llamaba
ante diem sextum kalendas martias y cuando era año bisiesto, el día adicional (366), se le llamaba
ante diem bis-sextum kalendas martias, de allí el nombre de
bisiesto. Ese mismo año tuvo 445 días para compensar el desfase.
Pero en el año
44 a. C.
los pontífices paganos decidieron considerar años bisiestos cada tres
años ordinarios, en vez de cada cuatro. Tiempo después, se dieron cuenta
del desfase provocado hasta el año
10 a. C., y se corrigió en el
8
d. C., por orden de César Augusto, quién ordenó excluir el día
adicional de cada año bisiesto, durante 36 años, es decir, hasta el año
44 d. C.
Por lo anterior, el calendario juliano consideraba que el año trópico
estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es
de 365,242189, es decir, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos.
Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían
supuesto en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582, un error
acumulado de aproximadamente 10 días, por lo cual se instauró el
calendario gregoriano.
1
Desarrollo del calendario juliano
El año
153 a. C. se toma como inicio del año el 1 de
enero, en lugar del tradicional 1 de
marzo,
para poder planear las campañas del año con tiempo debido a las Guerras
Celtibéricas que se estaban desarrollando en la Península Ibérica y los
problemas que estaba causando la conquista y asedio de
Numancia. Consta de 365 días divididos en 12
meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, y añaden un día adicional al mes de
febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos uno de cada cuatro años, incluso los
seculares. Con este calendario se comete un error de 3 días cada 400 años.
La manera de contar los días siguió la tradición romana hasta que los
visigodos introdujeron la costumbre de numerar los días, que no sería oficial hasta que la adoptó
Carlomagno.
No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse
a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba. Así, por
ejemplo, era muy común encontrar expresiones como "llegamos el día de
san Froilán".
La distribución de los meses y días en el mundo clásico
- Mártium (31 días)
- April (30)
- Máium (31)
- Júnium (30)
- Quintil (30)
- Sextil (30)
- Septémber (30)
- Octóber (31)
- Novémber (30)
- Decémber (31)
- Januárium (31)
- Februárium (30) (31 en los años bisiestos)
La distribución de los meses y días en la actualidad
- Januárium (31 días)
- Februárium (28) (29 en los años bisiestos)
- Mártium (31)
- April (30)
- Máium (31)
- Júnium (30)
- Júlium (31)
- Augústum (31)
- Septémber (30)
- Octóber (31)
- Novémber (30)
- Decémber (31)
¿Por qué se lo llama «juliano»?
El nombre de «calendario juliano» procede de
Julio César, en
honor al cual se adoptó el nombre de «Julio», primero, y «juliano»,
después, para designar el calendario establecido bajo su consulado.
El origen de julio y agosto
- En el año 44 a. C., por iniciativa de Marco Antonio, y para halagar la vanidad de Julio César, el mes de Quintil —el cual duraba antes 30 días—, fue renombrado Júlium —de donde se desprende la forma castellana julio
- Y en el año 23 a. C., por incitativa del Senado Romano, y para halagar la vanidad de Octavio Augusto, el mes de Sextil —el cual duraba antes 30 días—, fue renombrado Augústum —de donde se desprende la forma castellana agosto—, y se agregó a éste un día 31, el cual fue substraído de febrero —el cual duraba entonces 29 días, y desde entonces se quedó con sólo 28—.
Debido a estas series de ajustes,
febrero
es el único mes del calendario con 28 días, mientras los otros 11
muestran cierta alternancia entre 30 y 31. Y para mantener esta
alternancia, y evitar que tres meses seguidos durasen 31 días,
septiembre pasó a tener 30 días, octubre 31, noviembre 30 y diciembre
31.
Cuando a
Tiberio se le planteó la idea continuar la práctica, dando a su vez su nombre a
septiembre,
éste desestimó la idea de darle seguimiento a esta práctica, al
externar sus dudas sobre qué ocurriría cuando ya se hubiese reasignado
nuevos nombres a todos los meses.
Implantación de la semana
En el año
321 d. C., el emperador
Constantino I el Grande
implantó la semana de siete días, copiada del calendario lunar de los
mesopotámicos, los cuales establecieron la semana de siete días
basándose en los planetas (incluidos el sol y la luna) que se podían
observar desde la tierra:
domingo,
lunes,
martes,
miércoles,
jueves,
viernes y
sábado. Esta división de la semana en siete días, es la que con el tiempo se masificaría en las distintas culturas.
Además, decretó que el
domingo (
dies solis) fuese día de descanso para adorar a Dios, en detrimento del
sábado, tradicional no sólo entre los
judíos sino también entre los gentiles. Y es que si
Jesucristo
había muerto el sexto día de la semana judía, y había resucitado en
domingo, el primer día de la semana judía. Por otro lado, se satisfacía a
otra religión muy popular a la que perteneció el propio Constantino, el
culto a
Mitra, cuya representación era el sol. La semana de siete días se hallaba también presente en el antiguo
calendario egipcio.
Modificaciones fracasadas en los nombres de los meses
Algunos emperadores romanos modificaron los nombres de determinados meses durante su mandato:
Pero las modificaciones no perduraron y se restablecieron sus nombres anteriores.
Incluso
Carlomagno
trató de dar nuevos nombres a los meses, aunque tampoco tuvo éxito. Los
meses propuestos eran, desde enero a diciembre respectivamente:
Wintarmanoth,
Hornung, Lentzinmanoth, Ostarmanoth, Winemanoth, Brachmanoth,
Heuvimanoth, Aranmanoth, Witumanoth, Windumemanoth, Herbistmanoth y
Heilagmanoth.
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