Estudios recientes sugieren que algunas edificaciones antiguas y
otras estructuras monumentales localizadas en Irlanda y Malta tienen un
común denominador:
fueron diseñadas especialmente para conducir y manipular el sonido a fin de producir efectos sensoriales.
fueron diseñadas especialmente para conducir y manipular el sonido a fin de producir efectos sensoriales.
Desde el 2008, hasta la
fecha, se ha estudiado Hal Saflieni Hypogeum, una construcción que data
de hace 6 mil años y que se localiza en Malta.
Al igual que otros
templos localizados en la isla, esta estructura subterránea cuenta con
pasillos centrales y con cámaras en forma de curva que, al momento de
hablar en voz baja en su interior, la forma del lugar permite que las
voces se escuchen a través de los 3 niveles de los que por la que está
conformada. A partir de este fenómeno, los científicos han estudiado la
relación que existe entre la arquitectura del lugar, los sonidos que
allí se generan y que repercutieron en la mente de los habitantes de
aquella época.
“Se registró la actividad
cerebral de voluntarios que fueron expuestos a distintas frecuencias de
vibración”,
“Los
resultados indicaron que a una frecuencia de 110 Hz, los patrones de la
actividad de la corteza prefrontal cambiaron abruptamente, dando como
resultado un desactivación relativa del lenguaje y un desplazamiento de
izquierda a derecha que afectó la parte creativa y emocional. Este
desplazamiento no ocurrió a 90 Hz o 130 Hz… Además de estimular el lado
creativo de los voluntarios, parece que los sonidos de una frecuencia de
110 a 111 Hz, podrían activar el área cerebral donde reside el estado
de ánimo y la empatía social. Deliberadamente o no, las personas que
pasaron periodos prolongados en un ambiente dominado por este tipo de
sonidos, se vieron afectadas en su manera pensar”.
Sin embargo, el Hypogeum no
es el único lugar donde ocurre este fenómeno. Un estudio realizado en
1994 por la Universidad de Princeton, mostró que el comportamiento
acústico de cámaras de antiguas edificaciones como Newgrange en Irlanda y
en
Wayland’s Smithy, Inglaterra,
se caracterizó por una fuerte
resonancia sostenida en un rango de entre 90 Hz y 120 Hz. “Cuando esto
ocurre”, dice Eneix, “lo que escuchamos se distorsiona, o se convierte
en eco. El tono exacto de este comportamiento varía con las dimensiones
del lugar y con la calidad de la piedra de la que está hecho el lugar”.
Las razones específicas para
estas configuraciones acústicas aún no se entienden por completo, pero
los estudios revelan que el contexto arquitectónico antiguo de cualquier
sitio, indica que los efectos sonoros de distintos pueden estar
relacionados con el comportamiento de las personas. ¿Qué significa esto?
¿Hasta qué punto estamos configurados por el entorno?
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