18.10.11

LABERINTOS - Los petroglifos de la Maragatería - tambien en MOGOR

El descubridor de los petroglifos maragatos, Juan Carlos Campos, señala unos de los laberintos


Los laberintos prehistóricos del Monte Teleno (León)

  
Frente a las estribaciones del Teleno yacen dos grandes piedras planas, llenas de incisiones -laberintos, cazoletas y signos cruciformes- al parecer del entorno del Calcolítico, inicios de la Edad del Bronce, un descubrimiento extraordinario realizado este año por un sencillo aficionado a la historia.

Este territorio montañoso está lleno de vestigios históricos: multitud de petroglifos prehistóricos, castros astures y explotaciones de oro romanas en un paisaje magnífico sobre el que se asientan pequeños pueblos con una excelente arquitectura tradicional, casi desiertos.
Es la comarca de la Somoza; sub-montia en tiempos romanos, en alusión a la presencia dominadora del Teleno, la montaña sagrada de los astures que también divinizaron los conquistadores romanos como 'Mars Tilenus'. Aunque la denominación de Somoza ha perdido vigor ante otra, más moderna, que es la de Maragatería.
Jose Antonio Campos, 47 años, que trabaja habitualmente haciendo sondeos para hallar aguas o en el establecimiento familiar de Astorga, fue el descubridor casual de estas 'mesas' llenas de petroglifos.
'Vi desde lejos las dos grandes piedras llenas de cazoletas y el corazón parecía que se me saltaba a medida que me acercaba a ellas y comprobaba la magnitud y cantidad de incisiones', comenta a EFE mientras se acerca a los antiguos vestigios.
Pero antes de llegar allí, el descubridor había recorrido con el periodista los campos de otros pueblos cercanos, Chana y Filiel, para mostrar más restos del arte prehistórico: dibujos en forma de herradura, surcos, símbolos humanoides y criuciformes, algunos de ellos -como los de una serie de rocas de Chana- descubiertos por él en los últimos días.
'Me gusta -dice- pasear por estas tierras y ver los oteros, que en realidad son castros, donde aparece la cerámica sigilatta o las tégulas... Es una pasión; aunque no soy historiador ni arqueólogo, sino un aficionado a la historia'.
Entre sus descubrimientos destacan las dos grandes mesas de los laberintos hallados a unos doscientos metros de otra gran formación rocosa, en la que se perciben huellas de la mano del hombre: orificios en su parte cimera o una cobertura que pudiera ser la parte superior de un enterramiento o túnel... en un paraje grandioso con una excelente vista sobre la montaña sagrada de los astures.
'Estas situación -dice- podría avalar la teoría de que este es un recinto prehistórico de utilización religiosa, aunque los expertos no se arriesgan a explicar los significados de los vestigios hallados'.
Por el entorno ya han pasado diversas autoridades en la materia.
El arqueólogo de la delegación provincial de la Junta de Castilla y León, Julio Vidal, informó en la Comisión Provincial del Patrimomonio que se trataba de vestigios del Calcolítico, periodo de transición entre la Edad de Piedra y la del Bronce.
Luis Grau, director del Museo de León, que ha recorrido la zona, ha valorado los hallazgos como extraordinarios y cree que son trabajos de hace unos 5.000 a 4.000 años, aunque la datación de los mismos siempre es compleja.
Para Antonio de la Peña, experto en la materia y arqueólogo del Museo de Pontevedra, es necesario conocer un estudio científico para determinar la época, que podría ser de los primeros tiempos de la metalurgia, hace unos 4.000 años o posterior, porque este tipo de laberintos han pervivido en diversas épocas y culturas: 'en Arizona hay pueblos indios que aún los siguen haciendo'.



Los petroglifos de la Maragatería (León) no son sólo uno de los hallazgos más fascinantes del arte rupestre de los últimos años, sino que contienen los laberintos más antiguos del mundo. Su descubridor, el astorgano Juan Carlos Campos, un aficionado a la arqueología, sabía la importancia de estos grabados prehistóricos mucho antes de que los investigadores de la Universidad les prestaran atención y certificaran que, efectivamente, son, como mínimo, del Calcolítico ”período intermedio entre el Neolítico y la Edad del Bronce”; es decir, más de 5.000 años de antigüedad.

Campos no se ha limitado a descubrir petroglifos y cazoletas en Maragatería, sino que ha tratado de desvelar por qué están aquí. A principios de diciembre publicará un libro, titulado "Petroglifos en Maragatería", con revelaciones sorprendentes. Promete contarlo todo. Sin reservas. El libro, con una tirada inicial de mil ejemplares, que se ha costeado de su bolsillo, trata de probar que los laberintos que localizó en Peñafadiel ”dos piedras gigantescas con tres laberintos cada una ”son los más antiguos del mundo. «Son seis laberintos muy extraños. No hay ninguno igual en otra parte», asegura. Campos defiende que en la Maragatería puede estar «la cuna» de los laberintos. Lamenta que «aquí, lamentablemente, no les prestamos atención».

Tablilla de arcilla recuperada del palacio de Pilos. Museo arqueológico de Atenas. Foto Marsias

«Durante mucho tiempo se pensó que el laberinto de Creta era el más antiguo. Luego, se descubrió otro anterior en una tablilla en Pylos (Grecia), fechado en torno al año 1.200 antes de Cristo. Pero los leoneses son de hace 4.500 años; es decir, mil años anteriores», sostiene Campos.

El descubridor de los petroglifos explica que los petroglifos de Maragatería echan por tierra las tesis de los historiadores que defendían que los laberintos se propagaron desde Grecia al resto del Mediterráneo. «Cuando se creía que los petroglifos de Mogor (Pontevedra) databan de finales de la Edad del Bronce se propuso la teoría de los contactos comerciales marítimos entre la zona mediterránea y el noroeste peninsular para explicar la existencia de los laberintos gallegos».

Sin embargo, «mucho antes de la civilización cretense los laberintos de Maragatería ya estaban aquí. Así que, en todo caso, fue desde la Maragatería desde donde se exportaron». Campos insiste en que «no se conoce otro lugar en el mundo donde se puedan contemplar seis laberintos prehistóricos juntos», con la particularidad de que presentan distintos patrones, es decir, son de diseños y tamaños diferentes.

Una autoridad mundial.

Campos contactó con Jeff Saward (foto a la izquierda), uno de los expertos más reconocidos del mundo en historia de los laberintos. Le envió las fotografías de los petroglifos leoneses y Saward se presentó a las dos semanas en la Maragatería. «Se quedó impresionado».

El especialista norteamericano afirma en el número 38 de la revista Caerdroia que «los laberintos descubiertos en la provincia de León son uno de los grupos de laberintos más difíciles de explicar».

En su libro, Campos desvelará más datos de sus hallazgos rupestres. Ya ha enviado un borrador del texto a los profesores Ana Neira y Federico Bernaldo de Quirós, del Área de Prehistoria de la Universidad de León, a los que la Junta encomendó hace más de dos años la investigación de los petroglifos descubiertos por Campos, que parece llevarles la delantera en sus pesquisas.

Los dos profesores de la Universidad de León presentaron a finales de julio un anticipo de sus investigaciones en el Congreso Internacional de Arqueología de Villalba (Lugo), donde vincularon los petroglifos leoneses con los famosos conjuntos de petroglifos galaicos, aunque, a la vez, dejaron claro que los leoneses tienen características específicas, y que en la confección de los laberintos debió de emplearse «algún tipo de instrumento rotatorio».

Estos dos conjuntos de grabados, ubicados cerca del Teleno, fueron descubiertos por Campos el 20 de enero de 2008. Meses más tarde la Consejería de Cultura decidía financiar un proyecto titulado Diagnosis, limpieza, documentación, estudio y conservación de grabados rupestres en Maragatería, en el que se incluían, también, otros grabados prehistóricos de la zona.
Foto nocturna con 3 de los 6 laberintos maragatos en Peñafadiel

Foto: Otros 3 laberintos en Peñafadiel

Falta averiguar si estamos ante las primeras manifestaciones de escritura y cuál es su significado. Podrían ser representaciones solares que servían a las primitivas sociedades campesinas para llevar a cabo ritos de iniciación o propiciar la fertilidad.

En las dos grandes losas de Peñafadiel aparece grabada una cruz de brazos iguales, un surco que desemboca en un haz de líneas y una especie de hoja. Son dibujos sin precedentes. «Muy raros», como certifica el experto Jeff Saward. Tres laberintos en cada una de estas dos rocas, decoradas también con cavidades redondas o cazoletas. El estudio certificó que primero se hicieron los laberintos y luego las cazoletas. Sin duda, una historia fascinante que podría deparar nuevas sorpresas...

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Monte Teleno
Las «construcciones» de piedra que coronan el Teleno podrían ser enterramientos prehistóricos

Adorado como un dios, el Teleno fue durante milenios un monte sagrado. Juan Carlos Campos, descubridor de los petroglifos de la Maragatería que los expertos universitarios ya han calificado como únicos en el mundo, tiene ahora una teoría sobre el Teleno. 
Sostiene que la cumbre pudo albergar una necrópolis prehistórica, donde fueron enterrados grandes guerreros, jefes o reyes de los primeros asentamientos. Tumbas cuyos tesoros atrajeron a los ladrones hace siglos. Los romanos creían que aquí vivía la deidad del trueno y el rayo, esparciendo por estas comarcas abundantes nieves y lluvias torrenciales. «Según Estrabón, los Astures sacrificaban en su honor castrones o machos cabríos -"cuya carne consideraban exquisita-" y que a los peregrinos o extranjeros les cortaban las manos y los sacrificaban a la misma deidad», según Matías Rodríguez en su Historia de Astorga.
A Campos le llama la atención la acumulación de piedras en la cima del Teleno, una «construcción» que desde tiempos inmemoriales se denomina El Nicho, nombre que se mantiene en muchos mapas y planos topográficos. El Nicho es un amontonamiento de piedras que se prolonga a lo largo de más de 200 metros por la cresta que divide las dos vertientes. Piedras que, sin ninguna duda, son fruto de la acción humana. «Aunque haya habido desmoronamiento de piedras nunca habrían quedado colocadas así», dice. A Campos no se le han escapado ciertos detalles que hacen pensar que esas piedras fueron después apiladas formando grandes montículos o túmulos. Piensa que el esfuerzo necesario para amontonar tal cantidad de rocas a 2.200 metros de altitud sólo puede obedecer a motivos espirituales o religiosos. «Es lógico pensar que un dios tan poderoso y al que se le rinde tanta pleitesía tenga un altar como se merece y es difícil imaginar un lugar más propicio para las grandes ofrendas que la propia cima. También resulta llamativa la existencia de múltiples hoyos. Es muy probable que algunos líderes, sacerdotes, grandes guerreros, hombres buenos, muchos héroes y mártires mereciesen el honor de descansar cerca de la cumbre. Estos personajes ilustres serían enterrados con un rico ajuar, que tiempo mas tarde despertó la codicia de los expoliadores, lo que podría explicar la abundancia de círculos de piedras».
Tumba de notables. Si esto fuese cierto, nos encontraríamos ante una necrópolis prehistórica, en la cima de una montaña sagrada, y presidida por un monumento digno del dios Teleno, argumenta Campos. El descubridor de los petroglifos, a quien los expertos en principio no daban excesivo crédito, considera que no es descabellada la idea de que existiera una necrópolis prehistórica en la cima de una montaña sagrada, presidida por un monumento digno del dios Teleno. Por ello, reclama un estudio arqueológico que determine la naturaleza de estos vestigios. Recuerda Campos que «a pesar de la sensación de espacio sagrado y grandiosidad que producen al visitante, no han merecido un solo estudio de ningún experto». Todas las investigaciones se han centrado básicamente en estudios geológicos de los glaciares. 
Otra versión sería, según Campos, que estos «monumentos» fueran fruto de trabajos mineros de los romanos. Una tesis que a él le resulta menos creíble; pero, en cualquier caso, estaríamos hablando de una obra romana de hace más de 2.000 años...

El mítico monte Teleno de los astures adquirió el reconocimiento de dios por los romanos, quienes lo dedicaron a Mars Tilenus.
La comprensión de Roma hacia los cultos indígenas condujo en muchas ocasiones al sincretismo religioso: los dioses locales eran venerados bajo un nombre mixto romano – indígena. Ejemplo de ese sincretismo es este Mars Tilenus: era a la vez el dios romano Marte, bajo su advocación agraria, y el dios indígena Tilenus.
Por Estrabón se conoce la existencia de un dios guerrero asimilado a Marte, a quien se sacrifican machos cabríos, caballos y también prisioneros.10 Está documentado a través de una inscripción aparecida en una lámina de plata, en Quintana del Marco, con el nombre de "Marti Tileno". En Astorga se han documentado estelas funerarias indígenas y de culto a la Tríada CapitolinaMinervaZeus Serapis y Marte Tileno, entre otros.


LABERINTO DE MOGOR - PONTEVEDRA :

A escasos metros por encima de la playa de Mogor, en el municipio pontevedrés de Marín, se encuentra grabado sobre la roca, uno de los petroglifos más reproducidos y analizados de toda Galicia y en un estado de conservación óptimo; el llamado “Laberinto de Mogor”.

En las cercanías, decenas de grabados rupestres se nos muestran esparcidos sobre las rocas.

Se puede acceder desde dos lugares, por  abajo desde la carretera de la playa o por  arriba, por la urbanización. Al lugar se accede por rampas y paseos acondicionados para la observación de los petroglifos.

A la gran roca, llamada “a Pedra dos Mouros”, donde está el mayor numero de petroglifos, se accede por una gran escalinata de madera que  agrede un poco al entorno. Otra roca recibe el nombre de “Pedra dos Campiños.

EL LABERINTO DE MOGOR MUESTRA EL EQUINOCCIO ACTUAL

El laberinto de Mogor ha proporcionado la primera interpretación científicamente verificada de un petroglifo en Galicia.

El profesor vigués de matemáticas José Luis Galovart, ha abierto la interpretación astronómica de estos elementos del arte rupestre, después de comprobar que el mencionado laberinto señala el oeste estricto, que se corresponde al equinoccio actual (270°). Además, Galovart afirma que este petroglifo también muestra la desviación de los trece grados que existen entre el equinoccio actual y el de hace cuatro mil años, al que apunta su entrada con gran precisión.

Tal coincidencia en una misma pieza tiene una explicación para el investigador:«El saber astronómico de los constructores de Stonehenge va mucho mas allá del conocimiento de los movimientos anuales del sol, pero yo dudo de que supieran algo sobre la variación del punto de equinoccio. Lo mismo pienso en relación con Mogor o Valcamónica. En Mogor, el equinoccio en 270° lo que indica es una invocación al Atlántico »

Este profesor de matemáticas comenzó a interesarse por el arte rupestre hace algunos años, y fruto de aquel acercamiento es el libro “El laberinto atlántico”, publicado en el año 2001. Â«Ahora lo veo como un trabajo en muchas cosas inmaduro», reconoce el investigador. Sin embargo, aquella publicación le abrió un mundo nuevo a través de los contactos establecidos con otras personas interesadas en la relación del paisaje y la astronomía con la arqueología.

ENTRE ONS Y ONZA

«El laberinto de Mogor siempre ha sorprendido por su apariencia irregular y por estar su entrada cerrada y ligeramente desviada de la dirección oeste», explica.

En él hay cuatro pequeñas formas cuadrangulares que cierran su entrada, y sus centros determinan con el centro del laberinto distintos ángulos.El que está al norte de la entrada indica el oeste estricto, que corresponde al equinoccio actual (270°). Los otros tres señalan puntos de la costa que van desde el sur de la isla de Onza a la isla de Ons y la costa de Portonovo y Sanxenxo.

«Los constructores del laberinto plantearon un sencillo problema de proporcionalidad y tanteo para descubrir que su entrada apunta al canal entre Onza y Ons donde en aquella época se ponía el sol en el equinoccio, aunque hoy se pone el 23 de Febrero a las 20’16 con un tamaño de 02°, según los cálculos realizados por el físico suizo Leo Dubal», afirma José Luis Galovart.

Ocurre además que, desde la roca del laberinto, no se ve Onza porque la punta sur de la playa de Mogor lo impide; para verla, hay que ir a una roca mayor y con muchos grabados circulares, la Pedra dos Mouros, que está en el mismo lugar a unos 80 metros, pero en una pequeña loma y a unos 20 metros más de altura.

El descubrimiento surgió de forma casual, cuando José Luis Galovart quería hacer unas fotografías para enviar a un congreso internacional de arte rupestre. Â«Vi en la Pedra dos Mouros lo que parecía el alineamiento equinoccial de varios círculos, ya que mi sombra estaba paralela a ellos, así que se me ocurrió poner un palo en el centro del que estaba más al oeste, y la línea recta que provocaba unía los centros de cinco grabados geométricos notables», recuerda.

El profesor vigués quiso verificar este descubrimiento en otros petroglifos, algo que pudo comprobar en el Lombo da Costa (Cotobade) y en Verducido. Â«También aquellos días, el arqueólogo Pablo Novoa obtuvo unas magníficas líneas de sombra equinocciales en Gargamala (Mondariz)».

El profesor José Luis Galovart apunta que si algunas de las formas circulares de una roca indicaban el equinoccio, otras oblicuas a ellas podrían indicar los solsticios, abriéndose así la posibilidad de que el conjunto se tratase de un calendario, Â«o de dos calendarios, entre ellos, desfasados trece grados».«Estudio actualmente sus características y pienso que tanto en Mogor (Pedra dos Mouros) como en el Lombo da Costa (Cotobade) se trata más bien de una estructura con forma de calendario en la que se encaja el calendario real de la época», afirma, para añadir: Â«Esta estructura la determinan las formas circulares más notables y grandes y, desde la línea equinoccial, tiene una apertura comprendida entre cuarenta y cincuenta grados; para ser real, debería ser aproximadamente de treinta grados. Por esta razón, creo que el conjunto no obedece a una razón práctica de medir el tiempo, sino sagrada, artística y simbólica».

Estos primeros pasos son, según su autor, el inicio de un largo camino que la ciencia debe afrontar. Â«No dudo de que aparecerán cosas más complejas y que costará descifrar, pero habrá que trabajar mucho en los próximos meses y años; en mi opinión habría que hacer un plan de trabajo donde arqueólogos y topógrafos trabajaran unidos, sobre veinte o treinta grabados geométricos notables… Y medir, medir mucho», concluye.

Cronológicamente dichos grabados datan aproximadamente del 2000 a. c., es decir, en pleno neolítico. En el mismo, aparecen motivos diversos, aunque el principal es la famosa forma de laberinto, que ha traído a los historiadores múltiples quebraderos de cabeza sobre la interpretación de dichos grabados.

Respecto al significado de estos enigmáticos grabados esculpidos sobre las rocas al aire libre hay varias teorías; Según Fernández Gil, gran estudioso del tema, el simbolismo era rendir homenaje al héroe Teseo, que según las leyendas, dió muerte al terrible minotauro dentro de el laberinto en el palacio de Knossos, en Grecia .

Llegó a esta conclusión pues habiendo analizado el dibujo, lo encontró análogo al que figura en las monedas de Knossos (civilización Minoica).

En cambio, el doctor Pericot los interpreta como otra derivación del arte rupestre, tales como podían ser las pinturas de Altamira.

Otra de las muchas hipótesis es la del doctor Jesús Carballo que sostiene que son obra de primitivos celtas y tienen por origen el culto a los muertos constituyendo una de las mejores pruebas de la cultura de los túmulos.

Simbolicen lo que simbolicen, los laberintos de Mogor son una perfecta representación de laberinto “clásico” o cretense, característico por sus siete anillos concéntricos.

EL LABERINTO DE MOGOR EN VIDEO

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Arte Antiguo Hebreo, Mapa de Jericó en el siglo XIV, en la Biblia Farhi de Elisha ben Avraham Crescas
Mapa de Jericó, siglo XIV, Biblia Farhi de Elisha ben Avraham Crescas
El hombre creó el arquetipo del laberinto que aparece en leyendas mitológicas y ritos religiosos, de numerosas culturas antiguas y primitivas a lo largo y ancho del mundo, reflejo del miedo ancestral y de la desorientación que el ser humano experimentó ante la naturaleza hostil y, como ser racional, también y fundamentalmente, miedo ante la vida.
En todas las culturas el laberinto está compuesto por un espacio perfectamente definido, de calculada geometría, pero engañoso por sus múltiples posibilidades y por la similitud de los elementos que lo conforman.
El laberinto recrea la variedad infinita de los bosques en su monótona similitud, los enredos de los senderos de las montañas, las vueltas y revueltas de lo desconocido, las estrellas del firmamento, que son a un tiempo ayuda y desvío de los navegantes, y para la que el hombre, sin embargo, encontró el orden absoluto e intrincado en el laberinto de las constelaciones.
El laberinto es también y quizás más que ninguna otra cosa, símil perfecto de la vida misma, con sus posibilidades, sus riesgos y su orden íntimo y sutil, para cuyo tránsito cuenta el ser humano con los escasos hilos de Ariadna.
El laberinto, al contrario que la naturaleza, o que la vida, se cierra en sí mismo, es abarcable, está hecho por el hombre como un teatro del mundo, y es en su centro donde se haya la respuesta, el mecanismo del sistema para hallar el tesoro, o la salida o la libertad.
El laberinto es, con todos sus pasadizos y vueltas, el resumen de las preguntas primordiales: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cómo puede el hombre traspasar la muerte? Y es, también, la manifestación material de una búsqueda espiritual, aquella que trata de formar una unidad con el universo.
Según Cirlot (1991/p.265) el laberinto es una “construcción arquitectónica, sin aparente finalidad, de complicada estructura y una vez en su interior, es imposible o muy difícil encontrar la salida”.
Hay dos tipos de configuración del laberinto: circular y cuadrangular. Siempre hay en el una entrada y una salida cualquiera que sea su configuración espacial. La forma de la construcción para la circular y la rectangular es siempre la misma: partiendo de una cruz con cuatro segmentos curvos en el medio de los ángulos formados por los brazos, y con cuatro puntos en la parte interna de estos segmentos.
Los laberintos de forma cuadrada o rectangular son los más antiguos que existen; la primera representación conocida de un laberinto de éste tipo, se encuentra en una tablilla de Pilo y también la encontramos, como sello, en las tumbas del antiguo Egipto. Los laberintos de forma redonda o circular, aparecieron a fines del siglo VII a.c. en la Italia etrusca; más tarde, los encontramos en las monedas de Cnosos, a finales del siglo III y se cree que eran usadas como mapa del célebre Laberinto de Creta.
Arte Antiguo, Laberinto trojeborg (ciudad de Troya), labrado en una piedra procedente de Visby, Suecia, descubierta en 1919
Laberinto trojeborg (ciudad de Troya), labrado en piedra, Visby, Suecia, descubierta en 1919.
Arte Antiguo, Tablilla de Pilo, Grecia, XIII a.c.
Laberinto,Tablilla de Pilo, Grecia, XIII a.c
Cirlot (1991/p.265) señala que:
“… el laberinto posee un actualidad atrayente como el abismo, el remolino de las aguas y todo lo similar. Sin embargo, según Waldemar Fenn, ciertas representaciones de laberintos circulares o elípticos, de grabados prehistóricos, cual los de Peña de Mogor (Pontevedra), han sido interpretados como diagramas del cielo, es decir, como imágenes del movimiento aparente de los astros.
Esta noción no contradice la anterior, es independiente de ella y hasta cierto punto puede ser complementaria, pues el laberinto de la tierra, como construcción o diseño puede reproducir el laberinto celeste, aludiendo los dos a la misma idea (pérdida del espíritu en la creación, “la caída” de los neoplatónicos y la consiguiente necesidad de encontrar “el centro” para retornar a él)”
El laberinto es el símbolo de gran presencia en todo el mundo. Los laberintos simbólicos más antiguos suelen adoptar la forma de piedras talladas cuya datación resulta difícil, las de Pontevedra en Galicia (España) pueden remontarse al período entre 900 y 500 a.c., y el arte rupestre de Val Camonica (Italia), entre el 750 y 550 a.c.
Arte Indigena, Petroglifos de Mogor, Galicia, España
Petroglifos de Mogor, Galicia, España
Arte Prehistórico, Petroglifos de Mogor, Galicia, España
Petroglifos de Mogor, Galicia, España
Arte Prehistórico, Petroglifo, dibujo, Val Camonica, Italia.
Laberinto y danza de la grulla, Val Camonica, Italia
Un laberinto tallado a la entrada de una tumba en Luzana en Cerdeña (España), puede quizás remontarse al 2500 o 2000 a.c., si es realmente contemporáneo a su tumba y no tallado con posterioridad.
Los textos antiguos hacen a referencia cuatro grandes laberintos: el de Egipto ubicado en el lago Moeris llamado en la actualidad con el nonmbre árabe de Birket Qarun, en Creta, el griego de la isla de Lemnos y el etrusco de Clusis.
Arte Egipto, Piramide de Amenemhat III en Hawara, Oasis del Fayoun, EgiptoIII Piramide de Amenemhat III en Hawara, Oasis del Fayoun, Egipto (cerca del lago Moeris)
Ahora bien, según algunos escritores la gran proeza de los egipcios no fue la construcción de las pirámides, como generalmente se opina, sino sus imponentes laberintos. Lo construyeron cerca del lago Moeris, conocido actualmente con el nombre de Birkat Qarun (el estanque de Coré), al oeste del río Nilo y a 80 kilómetros al sur de la ciudad del Cairo. El nombre egipcio del monumento era de Lapi ro hunt, que significa ” templo a la entrada del lago”, y de aquí viene el nombre griego de labyrinthos. También se llamó laberinto de Arsinoe, cuando Cocodrilopolis recibió este nombre, y por último, Casa de Carón.
Este laberinto se construyó en una época muy temprana de la historia egipcia, durante la dinastía XI. Fue el faraón Amenemhat III quien levantó este gran conjunto que además de residencia real comprendía las oficinas de gobierno y la sepultura del rey.
Herodoto, historiador griego, que en el siglo V a.c. vio este conjunto de monumentos lo describe así:
“Si se reunieran bajo un solo aspecto todas las fortificaciones y construcciones de Grecia, tal conjunto parecería haber costado menos trabajo y gasto que el laberinto… se compone de 12 palacios cubiertos, sus puertas se abren unas frente a las otras; seis por el lado norte y seis por el sur; un muro exterior único reúne todas las construcciones. Las cámaras son dobles, unas subterráneas y otras al nivel del suelo; hay 1500 por piso.
Hemos visto y atravesado las cámaras altas…; sólo conocemos las inferiores de oídas…el paseo a través de las cámaras y los circuitos en torno a los palacios nos causaron mil sorpresas por su variedad, pasábamos de un patio a las salas, de estas a las galerías, de las galerías a otros espacios cubiertos y de las salas a otros patios, los techos de todas las salas son de la misma piedra que los muros; muros y techos están adornados con multitud de figuras esculpidas”.
Cuatro siglos después, Estragón otro historiador griego, describe el santuario funerario del rey levantado sobre una meseta. Al fondo del recinto se erguía una pirámide de ciento diez metros de altura. Delante, en dos filas, se extendía una serie de palacios agrupados de dos en dos, precedidos cada uno de un peristilo que se abría a un patio rodeado de pórticos poco elevados.
Estos palacios eran tan numerosos como los “nomos” (cada una de las subdivisiones territoriales del antiguo Egipto) y los sacerdotes de cada nomo tenían su palacio en el que se reunían para celebrar el culto del rey.
Aunque servía como centro administrativo para los reyes de Egipto, su verdadera función era de carácter religioso. Era un templo donde se ofrecían sacrificios a todos los dioses de Egipto. Las cámaras subterráneas donde se encontraban tumbas de reyes y de cocodrilos sagrados, no estaban abiertas al público.
La importancia de este laberinto se comprende mejor cuando se analizan los ritos relacionados con el dios Osiris, quien, según los egipcios, había sido el pasado rey de Egipto.
Los egipcios recreaban anualmente la muerte de Osiris en el Drama del Misterio. Entre gemidos y llantos, sacrificaban ceremoniosamente a Apis, un toro sagrado, en representación de Osiris. Los llantos se tornaban en alegría cuando el sacerdote anunciaba que Osiris había resucitado.
Para los egipcios, su esperanza de vida se centraba en estos misteriosos acontecimientos. Creían que todo hombre, no sólo el rey, quedaba identificado con Osiris al morir. Se creía que el laberinto, con su desconcertante sistema de pasadizos, ofrecía al dios rey protección contra sus enemigos tanto en esta vida como en la siguiente, hasta contra la muerte misma.
La creencia en la inmortalidad humana terminó arraigándose en Egipto y en el resto del mundo antiguo.
Ahora bien, a imitación del laberinto egipcio, los griegos construyeron el legendario laberinto de Creta. Según Plinio, era cien veces más pequeño que el de Egipto. Había sido construido por Dédalo, unos 130 años antes de Jesucristo, por orden del rey Minos, cerca de la ciudad de Cnosos bajo de tierra y en él vivía el Minotauro, criatura hibrida que se alimentaba de carne humana y al que dio muerte Teseo guiado por el hilo de Ariadna, que le permitió encontrar la salida.
Para celebrar esta aventura, Teseo instituyó entre los mancebos y doncellas salvados por él, una danza, la cual en Délos si convirtió en ritual y que reproducía en sus movimientos las múltiples revueltas del laberinto.
El hecho de que Teseo evadiera del laberinto simbolizó su renacimiento, su evasión de la muerte, así se percibe nuevamente la doctrina de la inmortalidad humana.
No obstante, los más recientes estudios se deduce que el famosos laberinto sólo ha sido una gruta profunda, antigua cantera abandonada, cerca de Gortyna, y no de Cnosos, como afirma la mayoría de los autores. Es posible que en esta gruta se encerrara a los prisioneros de guerra, como ocurría en los de Siracusa, dejándolos allí morir de hambre, y que de este hecho diera origen a la fábula de las juventudes sacrificadas al Minotauro.
Arte Grecia, Krátera de figuras rojas (c. 470 a. C.)
Teseo luchando contra el Minotauro. Krátera de figuras rojas (c. 470 a. C.)
Arte Grecia, kylix ático de figuras rojas, British Museum, Londres
Teseo luchando contra el Minotauro. kylix ático de figuras rojas, con representación de laberintos
Según la leyenda la ciudad de Atenas perdió una guerra ante Creta, y a sus habitantes se les impuso el tributo de enviar cada nueve años catorce jóvenes, siete muchachos y siete doncellas, como sacrificios para el Minotauro. Los soltaban en el laberinto, donde se perdían y supuestamente eran devorados por él.
Las monedas autónomas de Cnosos tenían en el anverso el Minotauro o el laberinto, en distintas formas, y algunas en el reverso la escena del héroe y el monstruo.
Arte Creta, Mujer (¿Pasífae?, ¿Ariadna?) con diadema y laberinto de planta rectangular Cnosós, Creta. c. 350-200 a.c.
Monedas, Cnosós, Creta. c. 350-200 a.c.
Arte Creta, Mujer (¿Pasífae?, ¿Ariadna?) con diadema y laberinto de planta rectangular Cnosós, Creta. c. 350-200 a.c.
Monedas, Cnosós, Creta. c. 350-200 a.c.
Arte Creta, Cnosós, Creta. c.220 a.C.
Monedas, Europa y el Laberinto,Cnosós, Creta. c.220 a.C.
Arte Creta, Cnosós, Creta. c.220 a.C.
Monedas, Europa y el Laberinto, Cnosós, Creta. c.220 a.C.
Arte Crteta, Cnosós, Creta. AR Stater. c. 330–300 a.c.
Monedas, Mujer y laberinto en forma de esvástica, Cnosós, Creta. 330–300 a.c.
Arte Creta, Monedas, Cnosós, Creta. c.220 a.C.
La palabra laberinto probablemente está relacionada con lábrys, término con que se denominaba un hacha de doble filo que representa los dos cuernos del toro sagrado. Este era un símbolo sacro venerado en Cnosós, por ello se ha lanzado la hipótesis de que laberinto significa “Palacio de la Labrys”
Arte Creta, Fotografía, sin datos
Hacha o Labrys, Creta
Arte Creta, Palacio de Cnosos
Otro, laberinto en la Isla de Lemnos, que según Plinio, fue construido según los modelos antiguos. Se diferenciaba por tener 150 columnas, elegantemente afincadas en el piso. Este laberinto fue construido por el arquitecto Rhokos y Teodoros.
Fue famosa también en la antigüedad la tumba de Porsenna, descrita por Plinio y construida en los últimos años del siglo VI a.c., en Clusis (Etruria). Tenía base cuadrada, era de piedra, de trescientos pies de lado por cincuenta de alto y estaba adornado con una pirámide en cada ángulo y otra en el centro con una altura de 150 pies por 75 de base.
En las excavaciones de villas y otros edificios romanos efectuadas por toda Europa, se han encontrado numerosos restos de pavimentos de mosaico con motivos laberínticos. Pero las ideas mitológicas se propagaron a lugares más distantes, por toda Europa, la India, África y hasta América.
En un friso del templo de Halebid (Mysore India) hay una sección que incluye un laberinto. Data del siglo XIII d.c., aproximadamente e ilustra un episodio del Mahabharata.
Arte Indigena, Símbolo de la madre tierra, indios Hopi, Arizona, Estados Unidos
Tapuat o laberinto, indios Hopi, Arizona, Estados Unidos
Los pequeños dibujos de laberintos, como los de los , pueden haber servido de símbolos en las construcciones mayores, tanto reales como míticas.
Los chinos, quienes creían que los malos espíritus sólo podían volar en línea recta, construían entradas que imitaban un laberinto simple para que estos no pudieran penetrar en sus casas o ciudades.
En Escandinavia hay más de seiscientos laberintos de piedra en las orillas del mar Báltico. Se cree que muchos de ellos los construyeron pescadores que, por superstición, los recorrían para asegurarse una abundante pesca y un buen regreso.
Está claro que el símbolo del laberinto guarda estrecha relación con la muerte, como lo atestiguan la tumba del rey Porsenna y la de Luzzanas. Los laberintos circulares son similares a las espirales que aparecen grabadas en muchas tumbas prehistóricas, como el espiral triple de la galería funeraria de Newgrange, Irlanda.
Arte Prehistórico, Tumba de Newgrange, Irlanda, 3200 a.c.
Galería funeraria de Newgrange, Irlanda, hacia 3200 a.c.
Arte Prehistórico, Tumba de Newgrange, Irlanda, hacia, 3200 a.c.
Representación artística de la estructura de la tumba de Newgrange
Es posible que los laberintos fueran mapas del mas allá, para que el alma en tránsito supiera qué camino seguir. En tal caso serían símbolos de la muerte, pero de igual forma podrían haber simbolizado la reencarnación, pues si el alma es capaz de llegar al centro del laberinto, puede también volver a la salida y renacer.
Ciertos rituales muestran una clara relación del laberinto con la muerte y el renacimiento. En la lejana isla de Melekula, perteneciente a las nuevas Hébridas, hubo un laberinto trazado en la arena denominado el camino. El espíritu de todo hombre difunto tenía que recorrer este camino a la tierra de los muertos, y en él encontrar el espíritu guardián femenino. Cuando un alma se aproximaba, su protectora borraba parte del camino, obligando al espíritu a recomponer el itinerario para continuar su viaje y poder renacer en una nueva vida.
Arte Indigena, Mapa del camino al País de los muertos por los Desana (Vaupés,Colombia
Mapa del camino al “País de los muertos” por los Desana (Vaupés,Colombia)
Mientras tanto, en Europa, los ritos laberínticos adoptaban a veces la forma de danza.
En Inglaterra se utilizaban laberintos de hierba en los festivales primaverales de pascua y del 1 de Mayo, celebraciones del renacimiento, aunque se desconoce la naturaleza exacta de tales rituales. Sin embargo, en Escandinavia se recuerdan algunos juegos llevados a cabo en laberintos de piedra relacionados con el retorno de la fertilidad en primavera.
En Finlandia y Suecia existen varios laberintos donde los jóvenes debían ingresar con el fin de rescatar a una muchacha aprisionada en el centro. Estos laberintos se les llamaban a veces Jungfraudanser o danzas de la Virgen. En una pintura mural del siglo XV existente de la iglesia de Sibbos, Finlandia, se ve un laberinto con una figura de mujer en el centro. Este tema, el rescate de la mujer encerrada en un laberinto, aparece también en el mediterráneo y en la India y es indudable que en estas zonas el laberinto guardaba relación con los ritos primaverales de fertilidad.
Arte Jardines, Laberinto vegetal más grande del mundo, Francia
Reignac-sur-Indre, Laberinto vegetal más grande del mundo, Francia
En algunos sitios, el diseño del laberinto se ha utilizado como talismán mágico para la buena suerte; estos diseños fueron empleados como protección ante los espíritus malignos o los lobos: es posible que algunos de los laberintos más antiguos que aparecen en sellos y en tejas, por ejemplo, se utilizaran también como protección.
Cuando los cristianos adoptaron el laberinto, adaptaron su significado a las necesidades de la religión transformándolo en el camino de salvación. La utilización más antigua en un contexto cristiano es, probablemente el laberinto grabado en el pavimento de una Iglesia de Orleansville, Argelia, actualmente conservado en la catedral de Argel, se remonta al siglo IV d.c., en el centro muestra una inscripción con las palabras SANCTA ECLESIA, repetidas en un gran diseño cuadrado.
De lo muchos laberintos notables que aparecen en los edificios religiosos de la cristiandad encontramos que el más famoso es el de la Catedral de la ciudad francesa de Chartres. Fue construido en 1235, con piedra azul y blanca y tiene un diámetro aproximado de 10 metros.
Durante casi 1500 años, siempre ha habido una iglesia o una catedral en la colina de Chartres, la actual es el sexto edificio elevado allí; el fuego destruyó los cinco primeros, pero siempre se levantaba una nueva para celebrar la fe. La catedral actual es uno de los 80 grandes monumentos góticos construidos en Francia tras el regreso de los templarios a tierra santa en 1128.
Otras catedrales e Iglesias medievales de Francia e Italia como la de Amiens, Bayeux, Orleans, Ravena y Toulouse, tienen grandes laberintos en el pavimento. El de Reims fue destruido hace doscientos años y el de la catedral del Mirepoix ostenta un minotauro en el centro.
Arte Gótico, Catedral de Chartres, Francia, 1194 a 1260 d.c.
Arte Gótico, Catedral de Chartres, Francia, 1194 a 1260 d.c.
Laberinto, Catedral de Chartres, Francia
Laberintos de una vía y dos encrucijadas
Arte Gótico, Catedral de Reims, 1211 a1275 d.c., Francia
Plano de planta y laberinto, Catedral de Reims, Francia
Arte Gótico, Catedral de Amiens, 1226-1270 d.c., Francia
Plano de planta y laberinto, Catedral de Amiens, Francia
Arte Gótico,Catedral de Amiens, 1226-1270 d.c., Francia
Suelo de la nave con laberintos, Catedral de Amiens, Francia
Arte Gótico,Catedral de Amiens, 1226-1270 d.c., Francia
Suelo de la nave con laberintos, Catedral de Amiens, Francia
También en las iglesias inglesas se conservan algunos laberintos interesantes. En la pila Normanda de la Iglesia de Lewannick, Cornualles, hay tallados varios diseños geométricos, entre ellos un espiral y un laberinto sencillo; en la Iglesia de Santa María de Recliffe de Bristol hay un pequeño relieve en el techo con un laberinto del siglo XV. Aparecen laberintos en los pavimentos de la Iglesia de Bourn, Cambridgeshire, y en la catedral de Ely, aunque esta última se construyera ya en 1870.
Algunos autores interpretan estos trazados como un emblema del camino hacia Jerusalén; otros creen que servían para efectuar peregrinaciones, recorriendo los fieles descalzos o de rodillas, las líneas marcadas en el suelo, en compensación de alguna ofrenda de peregrinación que por cualquier causa no pudieran realizar. Viollet le Duc, opina que se trata nada mas que de un capricho de los arquitectos de la época.
Para Jantzen (1959/p.92, 93):
“Los constructores de las catedrales clásicas utilizan las más monumentales de las firmas para dar a conocer su participación descollante en la obra: es la forma del “laberinto” que se inscribe en el piso de la nave central. […] Algunas veces se ha supuesto que los giros del laberinto también pudieran tener un sentido místico, pero lo ignoramos.
En los laberintos originalmente inscritos en la nave central de Reims y de Amiens, tal como ocurre en Chartres, figuraban los nombres de los maestros constructores que habían participado en la construcción de la catedral. Sabemos que el laberinto de Reims estaba formado por la figura geométrica de un cuadro biselado, cuyos caminos interiores se dirigían a un octágono central, figura que se repetía en los extremos de sus diagonales.
En estas figuras de las esquinas se inscribían los nombres y el sello de los maestros del siglo XIII. Los atributos con que se les distinguían señalaban su profesión de arquitectos, y el orden en que se los señalaba era evidentemente el de su intervención en los trabajos. […] Es posible que también en la placa central del laberinto de Chartres se registraran los nombres de los arquitectos, pero, lamentablemente ningún dato al respecto ha llegado hasta nosotros”.
Al contrario Charpentier (1973/p.241) afirma que:
“Se ha hablado mucho de simbolismo a propósito de esos laberintos. Y esta fuera de duda que sea un símbolo alquímico, pero no puede dejarse de notar que el laberinto de Chartres (como tampoco el de Amiens o, antaño, el de Reims) no es, hablando con propiedad, un laberinto, en el sentido en que es imposible extraviarse en él, pues no tiene mas que “un camino” que conduce al centro.
[…] Lo cual indica que se tiene especial empeñó en que las gentes que se encaminan por el “Dédalo” sigan por un trazado determinado; que recorran un camino y no otro. Y ese camino debía ser recorrido a un ritmo, según un ritual.
Pero el caminar ritual no es caminar; ¡es danza!
El laberinto es un camino de danza escrito en el suelo. Es una aplicación razonada de las virtudes de la ronda.
Reflexionemos. Nos encontramos en un lugar que ha sido escogido para la utilización por el hombre de una corriente telúrica que aflora, y que debe tener sumas analogías con las corrientes magnéticas.
Ahora bien, es un resultado bien conocido de las corrientes magnéticas que todo cuerpo en movimiento en los campos de esas corrientes adquiere propiedades particulares. Es, incluso, el modo como se fabrica la electricidad, haciendo girar un rotor en un campo magnético, natural o artificial.
[…] Hacer girar a un hombre, de forma determinada, en un campo, será provocar en ese hombre acciones determinadas.
[…] El hombre llegado al centro del laberinto, tras haberlo recorrido ritualmente, tras haberlo “danzado”, será un hombre transformado y, que yo sepa, en el sentido de una apertura intuitiva a las leyes y armonías naturales; a las armonías y a las leyes que él quizás no comprenderá, pero que sentirá dentro de sí, de las que se sentirá solidario y que serán para él el mejor test de verdad, como el diapasón es el test del músico”.
Fulcanelli (1974/p.59) resume ambas posiciones cuando afirma que:
“La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la Obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro (donde se libra el duro combate entre las dos naturalezas) y la del otro camino que debe enfilar el artista para salir de aquel. Aquí es donde se necesita el hilo de Ariadna, sino quiere extraviarse en los meandros de la obra y verse incapaz de salir”
Encontramos la presencia de los laberintos en muchos otros casos más allá de toda implicación simbólica. En la Inglaterra del siglo XII aparecieron en los jardines como elementos decorativos o lúdicos; inicialmente se pusieron de moda los jardines con laberintos sencillos, pero poco a poco se fueron complicando hasta tomar formas mas intrincadas.
La forma laberíntica está fuertemente arraigada en la psiquis humana. Las ciudades de todas las civilizaciones y tiempos parecen conformar grandes laberintos. Si vemos las plantas de Tenochtitlan, de la Roma Imperial, los Burgos Medievales o las grandes metrópolis contemporáneas, inmediatamente sentiremos las herencias legada por los símbolos ancestrales a la cotidianidad del hombre, que consciente o inconscientemente busca relacionarse de forma efectiva con su entorno a través de ellos.
Presente en los lugares mas dispares, sentimos la presencia del laberinto en las piedras de Stonehenge, en los Mandalas antiguos o los amuletos celtas, sin poder determinar exactamente su significado u origen.
Arte Medieval Hispanoamericano, Tenochtitlan, códice Florentino, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia, copia que envió Fray Bernardino de Sahagún a Roma con el padre Jacobo de Testera, para que fuera entregada al Papa en 1580.
Mapa de Tenochtitlan, 1524

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