6.12.20

Nueva Cronología -- Anatoly T. Fomenko

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La «Nueva Cronología» (ó NC) es una corriente científica impulsada por los matemáticos Anatoly T. Fomenko, Gleb V. Nosovskiy y sus colaboradores. A partir de un trabajo de investigación iniciado en la década de 1970, se propone integrar el conocimiento de la astronomía y la matemática estadística modernas a la exploración de la estructura cronológica que ordena la historia global, hasta el siglo XVII. Haciéndolo, cuestiona la cronología oficial propuesta por los religiosos Joseph Justus Scaliger (1540-1609) y Dionysius Petavius (1583-1652), y enlaza con el trabajo ya explorado por científicos como Isaac Newton (1643-1727) o Nicolay Alexandrovich Morozov (1854-1946).

 Anatoly T. Fomenko y sus colaboradores han descifrado las fechas de las constelaciones zodiacales presentes en los templos antiguos, desde el Antiguo Egipto, así como en las profecías bíblicas y en diversos manuscritos históricos. 

El resultado es que los principales templos egipcios se refieren a los siglos XII y XV d.C., y las profecías bíblicas a los siglos XV y XVI d.C.

 La cronología del mundo antiguo y medieval, creada finalmente en el siglo XVI d.C. y aceptada hoy en día, evidentemente contiene errores.
Muchos científicos destacados lo han entendido y lo han discutido durante un largo periodo de tiempo. Pero parece una tarea difícil construir un nuevo concepto, no contradictorio, de la cronología.


A partir de 1975 un grupo de matemáticos, principalmente de la Universidad Estatal de Moscú, trabaja en el desarrollo de este problema. Interesantes resultados han sido recibidos y publicados tanto en forma impresa en publicaciones científicas periódicas como en monografías separadas. Subrayamos que el nuevo concepto de la cronología se basa, fundamentalmente, en el análisis de las fuentes históricas con los métodos modernos de la matemática estadística y los grandes cálculos hechos por ordenador.


La tarea de la cronología es poner en orden los acontecimientos de forma apropiada en una escala temporal basada en la información disponible. Esta tarea se adapta de forma natural al campo de las aplicaciones de la estadística matemática moderna, la teoría de la información. Los métodos de las humanidades, uno de los cuales es la historia, no son suficientes para resolver los problemas cronológicos. La Nueva Cronología impone otro cuadro psicológico de la percepción de la antigüedad. Ahora la palabra "antigüedad" debe ser referida a los siglos XV-XVII d.C., y se refiere por lo tanto a unos acontecimientos distantes en 300-400 años. La expresión "gran antigüedad" ahora debe estar relacionada con los siglos XIII-XIV d.C. y "la más remota antigüedad" se refiere a los siglos XI-XII d.C. Antes de los siglos X-XI d.C. es la época del silencio de los documentos escritos.
Nuestro análisis de la cronología y la historia ha abierto una circunstancia sorprendente. Basándose en los métodos matemáticos aplicados por nosotros se ha comprobado que la cronología de J. J. Scaliger, y por tanto también la historia scaligeriana de la "antigüedad" y la Edad Media, es totalmente errónea. Asimismo, parece que la historia hasta el fin del siglo XVI ha sido falsificada conscientemente a lo largo de los siglos XVII-XVIII.

A.T.Fomenko, G.V.Nosovskiy

La NC presenta una cronología alternativa de la historia con una reconstrucción integral de los hechos que se estructuran en ella que, con el fin de profundizar en su estudio e invitar a la comunidad científica global a unirse al proyecto, se presenta como una hipótesis teorizada y verificada experimentalmente con métodos científicos.

Sus resultados, en la medida que afirman que el eje central de la cronología oficial es el resultado de una manipulación y de numerosos errores acumulados, son puestos en duda, especialmente por el estamento historiográfico. Cuesta de aceptar, pero su crítica evita la evidencia de los datos obtenidos, que demuestran que los sistemas de datación comunes se han estructurado alrededor de una cronología errónea y que, por tanto, la historia real es diferente a la oficial.

Difundirlo y colaborar con su estudio es un acto de coherencia personal, asumido desde el momento en que la evidencia de la validez de la nueva cronología es superior a la resistencia (negación) que fomenta la historia oficial.

Andreu Marfull, 2016

El origen de la Historia

Andreu Marfull Pujadas
26 de noviembre de 2019

Trabajo completo en el libro La Vía Cronológica, disponible en Amazon

La Historia no tiene miles de años documentados. Tiene un origen reciente. Se ha dilatado y sus fundamentos se basan en los llamados textos sagrados.

El hilo que teje la lógica de la dilatación de la historia tiene que ver con el tiempo de la creación de las escuelas espirituales que desarrollaron el lenguaje simbólico de las deidades y, luego, pusieron en conflicto la dicotomía entre el deseo de apoderar la conciencia humana, o, de lo contrario, controlarla. Todo ello empezó mientras poderes de raíz imperial, procedentes de Egipto, que estaban asociados a unos linajes principales, se repartían el mundo, antes del proyecto unificador de Jesús transformado en el Mesías. Pero este relato, que bien puede comprenderse como un largo y complejo proceso de difícil reconstrucción, tiene la peculiaridad que duró apenas unos siglos y, por el camino, dilató la historia real de un modo rudimentario, de modo que es posible reconstruir cuándo, cómo y por qué ocurrió. Acorde con la neocronología de Fomenko y Nosovskiy, todo este proceso tuvo lugar en el tiempo real que, con el calendario oficial, equivaldría al intervalo de los siglos doce al dieciocho “después de Cristo”.

Mientras el proceso civilizador hacía su curso y se repartían las tierras y los poderes del mundo, se documentó la epopeya de esta ocupación, a la par que se construyó una tradición narrativa que, a medida que se fue transmitiendo, creó un pasado mítico sobre hechos recientes, en la forma de leyes y textos sagrados y, por otro lado, mediante leyendas que acabaron por convertirse en libros de historia. Este proceso se inició a modo de relatos simbólicos, que permitieron crear unas determinadas escuelas o cosmovisiones, pero luego se erigieron voces que las dotaron de veracidad. En un camino errático y a su vez intenso en producción de ideas y conocimiento, se construyeron leyendas, héroes, e iconos a los que se les vistió de autenticidad histórica, a la vez que se crearon deidades y crónicas asociadas a ellos para dar respuestas a todas las cuestiones que sobrepasaban a la capacidad del entendimiento humano.

Cuando apareció la historia se crearon poderes simbólicos, y éstos combatieron entre sí, hasta que se optó por crear crónicas definitivas, y cosmovisiones unitarias, desde el epicentro de cada autoridad sacerdotal dominante. Fue una ocasión única, en que fue posible modelar la memoria humana, pero la dispersión de proyectos fue inevitable. Se iniciaron distintas escuelas historiográficas con distintas vocaciones sacerdotales, construyendo a su vez distintos iconos espirituales. A su vez, con la vocación de dotar estos imaginarios del poder de la eternidad, se iniciaron los calendarios, que se remontaron falsamente hasta el imaginario de la creación del mundo.

Esta obra colectiva contó con la complicidad de las élites al servicio de los gobernantes, que entonces, junto a  los cuerpos sacerdotales, acumulaban un poder ilimitado y el control absoluto de la obra escrita. Allí empezó el abismo cronológico entre la verdad y la ficción.

Desde distintos lugares se añadieron cientos y miles de años a los textos sagrados, y se dio pie a la necesidad de crear una o varias historias asociadas. De este modo, en base a una intensa tradición narrativa basada en hechos recientes, que ya había iniciado su idealización, se creó el imaginario de miles de años de historia documentada. Primero se fueron creando mitos y leyendas, como los de los orígenes de los poderes de los linajes de los gobernantes, y luego llegó el turno a la historia “robusta”. Pero la manipulación definitiva estaba a medio hacer. Acorde con la variante neocronológica X-185, en medio de una obra inconclusa, en un momento de crisis del imperio original, fracturado, que había creado diversas obras historiográficas asociadas a distintos calendarios, se optó por reconstruir el imperio junto a la historia, globalmente y, de paso, se concibió la idea de reforzar un único y principal icono espiritual: un Mesías redentor. Con él se inició el proyecto de la colonización cristiana y del Vaticano, y se empezó a articular las raíces definitivas de la actual historia oficial.

Se reconstruyó definitivamente un pasado dilatado con el fin de instaurar un orden universal que:

  1. suplantara una variedad politeísta que había que sacrificar;
  2. trasladara el poder divino de los emperadores a un icono controlado por la iglesia; y
  3. otorgara los máximos poderes a un símbolo unificador de un dios hecho hombre.

Por el camino, se falsearon archivos, fuentes arqueológicas, genealogías y libros, a los que se añadieron falsos autores de estas falsas obras, y se destruyó todo aquello que se le interpuso. Incluso, se añadieron los siglos dieciséis y diecisiete, para amoldar el pasado inmediato al nuevo orden histórico, desvinculando los siglos quince y diecisiete, en un proceso que se materializó en el siglo dieciocho oficial. Por esta razón, no es hasta el siglo diecinueve que se crea la academia científica de la historia, sobre un mapa cronológico incorrecto, que nadie osa cuestionar. Y, por esta razón, la Biblia católica, por deseo y mandato del Vaticano, no se puede interpretar. Hacerlo podría dar pie a abrir el camino de la reconstrucción de la historia real, y esta opción pondría en crisis el fundamento de su razón de ser: la autoridad de la Roma italiana, de Cristo, de la Iglesia cristiana y de la propia Biblia.

Es decir, hará ocho siglos que la civilización humana inició el periplo de su desarrollo, y durante seis siglos escribió una historia que ha sido el fundamento de los miles de años de historia oficial, erróneamente documentada. Por el camino, una cultura principal, la egipcia, se expandió por medio mundo con ejércitos caucásicos, hasta llegar a América, y se fusionó con otros pueblos que, conjuntamente, mutaron sus símbolos. El cristianismo es una de sus versiones, que enlaza con el culto a la reencarnación de las almas egipcio, pero también lo son el resto de escuelas espirituales de Eurasia e, incluso, el simbolismo del culto al sol, a la luna y al firmamento de las civilizaciones americanas. Pero este orden se alteró, y evolucionó, hasta que dos grandes bloques y tres grandes escuelas tensaron sus relaciones desde el seno de la “tierra santa” egipcia, y empezó, hará tres siglos, el proyecto evangelizador colonial desde el seno de Europa. No empezó cinco siglos atrás, como dice la historia oficial, porque se ha alterado el pasado reciente. Por esta razón, y no por otra, Europa interviene, saquea y reescribe la historia de Egipto entre los siglos diecinueve y veinte, y en paralelo reconstruye su propia tradición “clásica” colocando obeliscos en el corazón del Vaticano y en casi todas sus ciudades. Por el camino, numerosos pueblos afines al imperio original sucumben, como el armenio, el judío y el gitano, que son objeto de respectivos genocidios, y otros muchos son estigmatizados e intervenidos, algunos con más suerte que otros, por parte del brazo censor de la Santa Inquisición, del proyecto colonizador y de la lucha y la corrupción generalizada de los poderes del mundo.

 

alguna informacion mas con via cronoligica o instituto nova historia

 

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  la idea base de la Nueva Cronología es tan sencilla (tan evidente) que el lector enrojecerá sin remedio al no haberse dado cuenta por sí mismo de la ciclópea mentira a la que se ha visto sometido por aviesos burócratas desde tiempo inmemorial. Sintetizando, y en pocas palabras, Fomenko nos dice que nuestra historia comienza en torno al año 800, y que todos los hechos anteriores (documentales, arqueológicos, culturales) son una invención realizada entre los siglos XV y XVII por parte de una casta de malvados (¿conspiración?, check), encabezada por la Iglesia católica. Fueron ellos, los seguidores del pescador, quienes no dudaron en levantar ruinas falsas, antedatar un par de milenios cosas como erupciones volcánicas o terremotos y, en general, ciscarse en la verdad para obtener el poder mundial (que es lo que siempre se busca en estos casos, ¿no?). Ya ven. Delirante.

Pero, oiga, clamarán con desprecio, ¿cómo puede ser que un tipo respetable, un matemático de nivel, caiga en tales dislates? Si yo pensaba que las magufadas eran cosas de gente con túnicas y gusto por los psicotrópicos. Pues sí…y no. Porque nuestro Fomenko se basa en un montón de datos incontrovertibles (solo que se deja sin contar muchos otros también perfectamente demostrables). Vamos, que aplica elementos matemáticos, estadísticos y astronómicos (algunos bien ponderados, otros con lagunas en su reflexión) para que las cosas le salgan como él quiere. Un ejemplo: utiliza el ya citado Almagesto para extraer de él la posición en el firmamento de ocho estrellas, demostrando que ese texto no pudo escribirse en el siglo II, sino muchas centurias después. Lo cual, así analizado, es cierto, solo que el bueno de Fomenko hace trampas al solitario y omite un par de cosas: que el Almagesto recoge unos mil cuerpos celestes y no ocho (y, oh casualidad, los seleccionados por nuestro héroe de pétrea faz son los que mejor se ajustan a su rollo), y que la exactitud de sus datos no puede compararse con la que se obtiene en la actualidad (por aquello de los telescopios y esas cosas). Vamos, que Anatoli es un poco golfo, no sé si me explico…

Así que ya tenemos los dos elementos fundamentales: un siniestro plan orquestado por las élites para mantenerse en el poder, y las prueba per-fec-ta-men-te irrefutables por las cuales eso queda demostrado. Solo hay otro problemilla adicional: ¿qué hacemos con los otros elementos que sirven para datar cronologías y monumentos y todas esas cosas? Ya saben, carbono 14, dendrocronología, termoluminescencia y demás. Pues nada, descartadas. ¿Por qué? Por inexactas, aprendiz, por inexactas. Solamente sirven si se cuenta con un cronograma previo en el que cuadrar los resultados, y como tal cronograma está equivocado y viciado de raíz…pues eso, que no valen nada. Sí, señora y señores, tal cual. A mí no me miren, pregunten a Fomenko. Más aún, seguro que han pensado en otras pequeñas contradicciones. Como la iglesia románica que tiene usted en su pueblo, esa tan cuca y oscura y que está medio abandonada por la Diputación. O, si es cosmopolita, tendrá en mente el Panteón, o la Acrópolis, o hasta en el Muro de Adriano. Y si, además, es de los que entran a los museos cuando viaja pues me podrá contar que ha visto un montón de monedas antiguas, y esculturas, y vasijas, y frisos, flautas o bastones. ¿Cómo encajamos todo esto en la Nueva Cronología? Pues de la manera más sencilla posible, buen hombre: todas esas son falsificaciones creadas a partir del siglo XV y diseminadas por el mundo para mantener el enorme engaño.

Imagine, imagine a conspiradores embozados enterrando miles y miles de monedas romanas por el continente, así en plan rastreadores de tesoros pero al revés. ¿Las iglesias? Levantadas en la Edad Moderna. ¿Templos griegos y romanos? Edificados con, ojo, signos del paso del tiempo, como erosión o destrucciones parciales, para que parezcan más vetustos de lo que son. Ya ven. Y no solo en Europa, ¿eh? Las pirámides de Egipto, por ejemplo, fueron erigidas muy recientemente, durante la expedición napoleónica de finales del siglo XVIII. Y lo mismo en China (el Imperio chino es, en realidad, un invento de los jesuitas), o en Japón, o en el sudeste asiático, o en África, o en el Yucatán, o donde a ustedes les dé la gana de buscar. La Nueva Cronología lo aguanta todo.

Frente a lo demás (a las piedras, a los documentos, a las fuentes), ¿qué nos presenta Fomenko? Pues ideas sueltas, de esas que puestas unas detrás de otras acaban creando una chifladura deliciosa. Nos viene a decir que oye, si hay repeticiones en la historia pues igual es porque en realidad no son tales, sino diferentes versiones de un mismo hecho. Que hay solo cuatro fuentes históricas, y de ellas únicamente la primera es cierta, y las otras tres son copias de la anterior, multiplicando así los tiempos por cuatro. Nos dice, también, que la base documental de nuestro pasado es una manipulación realizada en el siglo XVII, sobre todo, y que la consciencia como especie empezaría, así, a la altura de la Ilustración. Que no es normal que sepamos tantos detalles de la vida de Alejandro Magno y después nos tirásemos casi medio milenio sin apenas documentos. Que la Biblia y la historia antigua (desde Grecia y Roma hasta Edad Media, visigodos, ostrogodos, vándalos y demás fauna) son en realidad invenciones hechas hace unos cuatrocientos años, relatos simbólicos que cuentan cosas muy importantes pero esencialmente falsas. Que, además, solo hemos logrado medir el tiempo con exactitud desde el siglo XII, así que todo lo anterior es forzosamente falso, fruto de invenciones y revisiones. Y, por último, que todo esto se ha hecho con un único fin: ocultar la muy decisiva influencia que en la historia del mundo tuvo una cosa que Fomenko llama «Gran Horda» y que, básicamente, es la traslación de la nación rusa a ese pasado mágico que tanto se preocupa en buscar. 

 

 ien, empecemos con fuerza. ¿Les suena Jesús de Nazaret? Alto, con barbita, pelo largo, un final más bien tormentoso. Sí, el que vivió en Judea durante el siglo I. Esperen… Aquí es donde se nos escapa el asunto, porque para Fomenko nuestra historia no existía hace dos mil años. Así que, ¿cómo resolvemos el asunto? Pues muy fácil: Jesús de Nazaret es, en realidad, Andrónico I Comneno, un emperador bizantino que reinó entre 1183 y 1185. Esta figura es «gemela» a la de Jesús: su vida pública cubre tres años, fue acusado injustamente, entró en la gran ciudad de su zona a lomos de un animal de carga (solo que Andrónico lo hizo atado sobre un camello sarnoso, pero vaya usted a Anatoli con los detallitos), y fue sacrificado delante de una multitud, propinándole un soldado romano el golpe de gracia costal (a nuestro Comneno se lo hicieron con una espada). Ah, sus últimas palabras iban dirigidas al Señor. Ya ven, calcado. Añadimos a esto que María Magdalena es en realidad Eudoxia Macrembolitissa (una emperatriz bizantina caída en desgracia en el siglo XI), y que el Jerusalén bíblico se corresponde con Yoros, en pleno Bósforo, y tenemos una ensalada riquísima. Por cierto, la identificación de Jerusalén con la actual ciudad palestina se produce en época de Napoléon, que ya vemos que estaba bastante en el ajo… Y los británicos que no se pongan chulitos, porque todas las leyendas, hechos y hazañas de sus reyes son en realidad traslaciones de los emperadores de Bizancio. 

 

yamos a Roma… ay, Roma, la ciudad eterna. Solo que Roma, la Roma de los romanos, la de Julio César y las túnicas y el quousque tandem abutere no estaba realmente en Italia. Ni siquiera en un único sitio, vaya, sino que fue moviéndose por Alejandría, Constantinopla y Moscú. Será en el siglo XVIII cuando, en pleno Renacimiento, se reinvente la visión de la gran urbe clásica. Pero, un momento… Hemos dicho siglo XVIII y Renacimiento… Perfecto, no hay problema, Fomenko nos marca que Leonardo, Miguel Ángel, Durero, Boticelli y todos aquellos tipos vivieron, en realidad, durante la centuria de 1700, solo que se les atrasó un poco en la cronología oficial para que todo cuadrase. Muchos de ellos pudieron trabajar en el Vaticano, que es un edificio creado en la segunda mitad del siglo XVII para sostener (e inventar) la antigua grandeza romana, y que estaba dedicado, agárrense que vienen curvas, a Batu Khan, el nieto de Gengis Khan. Batu Khan, Vaticano… Joder, qué sencilla es la historia a veces, y cómo nos complicamos con ella. Roma fue creada de la nada en 1380 por los rusos, que malvadamente resultaron omitidos en las crónicas de la historia falsaria, transformándolos en paletos etruscos. Ah, este Batu fue el fundador de la Gran Horda rusa que dijimos más arriba, y que, básicamente, es la base auténtica de toda nuestra civilización, al menos hasta que los malditos escribas (o mandarines, o curas) se dedicaron a falsificar TODO para hacer de menos a los hijos de Rus. Solo un apunte más, la erupción del Vesubio, la de Pompeya y Herculano, es de 1631, y les vino de perlas a los falsificadores para dejar por allí cosas a medio hacer y hacerlas pasar por nuestras raíces clásicas.

Oiga, y en Oriente Próximo cómo están las cosas para Fomenko. Pues mire usted, muy claritas. Por de pronto la guerra de Troya tiene lugar entre los años 1204 y 1261, y en realidad habla de la Cuarta Cruzada, ahí es nada. En esas tierras gobierna la Gran Horda, que habla, ojo, la única lengua que existe en todo el mundo, y que es eslava. La disgregación de ese imperio se identifica simbólicamente con la caída de la Torre de Babel, y se produjo por culpa de Mahoma. Solo que Mahoma es, en realidad, Mehmet II, el que ocupó Constantinopla. Y también es Alejandro Magno, por lo de la invasión de Oriente. Y uno de sus sucesores, Solimán el Magnífico, será en realidad Salomón. Y también un poco Alejandro Magno, porque ya en plan delirio qué importa una barbaridad más. Y su templo nunca se derribó, porque si lo pensamos bien es Santa Sofía de Constantinopla, y eso sigue en pie. Y la Kaaba de la Meca es un meteorito que cayó en Novgorod en 1421. Y, ya por ir rematando, Grecia no es un lugar, sino un tiempo, y hace referencia a los siglos XII al XVI, que son aquellos previos a la gran deformación de la historia, como la Atenas clásica es el origen de muchos de nuestros rasgos culturales. Ah, ninguno de los grandes escritores, filósofos o matemáticos griegos existieron en realidad, sino que son, en la mayoría de los casos, construcciones de la Edad Moderna (los menos se quedan en reconversiones de obras muy primitivas que datan de esos siglos oscuros llamados «Grecia»). Y la guerra del Peloponeso tuvo lugar en el siglo XV en la Península Ibérica, ahí es nada. Esto es Esparta, o algo.

 

en Oriente Próximo cómo están las cosas para Fomenko. Pues mire usted, muy claritas. Por de pronto la guerra de Troya tiene lugar entre los años 1204 y 1261, y en realidad habla de la Cuarta Cruzada, ahí es nada. En esas tierras gobierna la Gran Horda, que habla, ojo, la única lengua que existe en todo el mundo, y que es eslava. La disgregación de ese imperio se identifica simbólicamente con la caída de la Torre de Babel, y se produjo por culpa de Mahoma. Solo que Mahoma es, en realidad, Mehmet II, el que ocupó Constantinopla. Y también es Alejandro Magno, por lo de la invasión de Oriente. Y uno de sus sucesores, Solimán el Magnífico, será en realidad Salomón. Y también un poco Alejandro Magno, porque ya en plan delirio qué importa una barbaridad más. Y su templo nunca se derribó, porque si lo pensamos bien es Santa Sofía de Constantinopla, y eso sigue en pie. Y la Kaaba de la Meca es un meteorito que cayó en Novgorod en 1421. Y, ya por ir rematando, Grecia no es un lugar, sino un tiempo, y hace referencia a los siglos XII al XVI, que son aquellos previos a la gran deformación de la historia, como la Atenas clásica es el origen de muchos de nuestros rasgos culturales. Ah, ninguno de los grandes escritores, filósofos o matemáticos griegos existieron en realidad, sino que son, en la mayoría de los casos, construcciones de la Edad Moderna (los menos se quedan en reconversiones de obras muy primitivas que datan de esos siglos oscuros llamados «Grecia»). Y la guerra del Peloponeso tuvo lugar en el siglo XV en la Península Ibérica, ahí es nada. Esto es Esparta, o algo.

¿El resto del mundo? Pues lo mismo, porque lo bueno de estas cosas tan bizarras es que suelen ser universales. Hay cambios, claro. El descubrimiento de América se produce en el siglo XVII, y Colón no es sino un trasunto simbólico de Noé. Una vez allí los castellanos se dedican a sembrar el continente de restos «precolombinos», por lo de seguir con el engaño. Por cierto, que lo hacen bajo el mandato de los Borbones, porque los Habsburgo pintan más bien poco en esta historia. Sirven, únicamente, como excusa para oprimir documentalmente a la Gran Horda rusa, transformada en Imperio romano, Sacro Imperio, Imperio de los Habsburgo, Imperio bizantino, etcétera. Los occidentales, que se quieren quedar con todo el mérito.

Podríamos seguir. Por aquí sale Cleopatra teniendo un affaire amoroso con Bonaparte. Por allá asoma el Imperio de Trebisonda. Las Coronas medievales inexistentes. La Biblia redactada durante el Concilio de Trento. El éxodo judío que es en realidad la huida tras la caída de Constantinopla. Los templarios surgiendo en el siglo XVI y siendo eliminados cien años más tarde (de sus cenizas surgió Suiza, nada menos)

 

 

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