El parque nacional Canyolands, ubicado en Utah, Estados Unidos,
es un escenario precioso. La erosión de la tierra causada por el río de
Colorado y sus afluentes dieron origen a paisajes coloridos e
innumerables cañones y mesetas.
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Misterios con Xana
Utah es uno de los 50 estados de los Estados Unidos, localizado en el
Oeste del país. Dos tribus amerindias vivían en la región que
constituye el actual estado estadounidense de Utah miles de años antes
de la llegada de los primeros exploradores europeos. Estas tribus eran
los anasazi y los fremonte. Estas tribus nativo americanas eran
subgrupos de la etnia amerindia ute-azteca, y eran sedentarios.
Los anasazi construían sus residencias a través de excavaciones
en montes, donde construían casas de paja antes de desaparecer de la
región alrededor del siglo XV. Otro grupo nativo americano, los navajos,
se instalaron en la región alrededor del siglo XVIII.
A mediados del siglo XVIII, otras tribus uto-aztecas, tales como
los gosiute, los paiute, los shoshone y los ute, también se instalaron
en la región. Estos cinco grupos estaban presentes cuando llegaron los
primeros exploradores europeos.
Acaso vieron estas tribus a otros seres y por ello nos dejaron
constancia de su visita? ... Lo que es evidente es que solemos pintar lo
que vemos o conocemos ... Así que, dudo mucho que nuestros ancestros
poseyesen una imaginación tan fantástica como para pintar otros seres
sin haberlos visto! Qué opináis?
Entre sus rocas y cuencas
se esconden misterios que han desvelado por décadas a científicos e
investigadores.
En la segunda temporada de
Secretos de la NASA puedes oírlos de boca de los mismos expertos.
Una parte del suelo del parque nacional está cubierta de una delgada
capa compuesta de un extraño material negro y brillante. Esto ha llamado
la atención de los geólogos. El origen de esta sustancia es una
incógnita, ya que no forma parte de ningún material o proceso natural
conocido del planeta Tierra.
Carol Cleland, una investigadora de la Universidad de Colorado, ha
hecho varios estudios sobre esta capa en la superficie y afirma que
puede tratarse de microorganismos vivos totalmente desconocidos por los
seres humanos, y explica que el problema es que la tecnología con la que
se cuenta no puede detectarlos porque poseen un ADN absolutamente
diferente al nuestro, lo que da indicio de que se trata de una forma de
vida distinta.
Pero lo más misterioso de todo es que el único equivalente de esta
capa se encuentra en el suelo del planeta Marte. En ambos casos los
microorganismos tienen componentes de hierro y magnesio, junto con
material orgánico. Desde la NASA creen que la presencia de esta
superficie en Marte fue provocada por procesos biológicos. Sin embargo,
éstos nunca se produjeron en la Tierra.
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Los indios Hopi son el pueblo nativoamericano vivo más
antiguo del continente, acreedores de una cultura milenaria. Los Hopi,
una pequeña nación de aprox. 10.000 individuos de habla uto-azteca, se
establecieron en el área actualmente conocida como las Cuatro Esquinas
(el cruce de las fronteras de Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado, en
EEUU), hogar de varias tribus de Indios Pueblo.
Mapa reserva hopi
El nombre original del pueblo Hopi, “Hopituh Shi-nu-mu“,
significa las “Personas con Fines Pacíficos”. Los conceptos de la moral
y la ética están muy arraigados en las tradiciones hopi y esto implica
el respeto por todos los seres vivos y por la Naturaleza en su conjunto.
Para ellos toda vida es sagrada: los animales, los árboles y
vegetación, el agua, el planeta entero.
Sus Orígenes
Los hopis son los herederos de un pueblo (ya desaparecido) más antiguo aún, llamado los Anasazi. El término Anasazi se aplica generalmente a los antepasados de los Indios Pueblo en su conjunto.
Usualmente se agrupan bajo la designación «Anasazi» a distintas
culturas similares que residieron en la misma zona, todas desaparecidas:
los Hohokam, los Mogollón y los Pataya.
Entre estos Indios Pueblo, los Hopi son los herederos de este
legado cultural y religioso anasazi, aunque no se sabe con certeza si
la continuidad entre ellos es étnica o sólo geográfica. Los Hopi,
adoptaron las creencias anasazi, entre ellas, la adoración a Kokopelli y
a los Kachinas (espíritus invisibles), la realización de ceremonias
colectivas y el uso de las kivas.
Los Anasazi realizaron
numerosos petroglifos y pinturas en las paredes rocosas de suroeste de
USA las cuales representan sus creencias y sus mitos. Sus sugestivas
pictografías muestran figuras de seres antropomorfos de muy extraña
apariencia.
Horseshoe Canyon Great Gallery – Left Panel
Su Cosmovisión
Su existencia se ha modelado siempre según el plan universal para la
creación y la conservación del mundo. Su progreso sobre el camino
evolutivo de la vida depende de la observancia sin falta de sus leyes. A
la vez, el propósito del ceremonial religioso es ayudar a guardar la
armonía del universo. Constituye un sistema mítico-religioso que abarca
todo el año con ceremonias, rituales, danzas, cantos, rezos y oraciones
tan complejos, abstractos y esotéricos como los que más en el mundo.
Según la tradición hopi, la historia está dividida en períodos que ellos denominan Mundos,
en los cuales existieron diversas creaciones imperfectas del hombre y
que de hecho sus antepasados evolucionaron a través de las mismas.
En total, la Humanidad debe recorrer siete mundos.
Estos mundos están separados entre sí por terribles
catástrofes: el primer mundo sucumbió por el fuego, el segundo por el
hielo y el tercero por el agua. Nuestro actual mundo, el cuarto según
sus profecías, estaría llegando a su fin.
Sobre “El Libro de los Hopis”
La mitología hopi es compleja dado que no constituye un corpus de
creencias estructurado y documentado como en otras culturas, sino que se
basa en la tradición oral, que en ocasiones presenta versiones
contrapuestas. La ardua tarea de armar un compendio de todas ellas y
unificarlas ha sido realizada en 1960 por Frank Waters, en su obra El
Libro de los Hopis. El presente ensayo esta basado, en su mayor parte,
precisamente en dicho libro, el cual es una exhaustiva recopilación de
la tradición de los Hopis y que constituye virtualmente su Biblia.
El Primer Mundo – Tokpela
La creación de los universos
El Primer Mundo fue Tokpela [Espacio Infinito]. Antes estaba sólo el Creador, Taiowa.
Todo lo demás era espacio infinito. No había principio ni fin; no había
tiempo ni forma ni vida. Sólo un vacío inmenso cuyo principio y fin,
tiempo, forma y vida estaban en la mente de Taiowa el Creador. Entonces él, el infinito, concibió lo finito, y creó a Sótuknang, diciendo:
-Te he creado a ti, la primera fuerza y
el primer instrumento en forma de persona, para llevar a cabo mi plan
de vida en el espacio infinito. Soy tu Tío. Eres mi Sobrino. Ahora ve y
tiende estos universos en el orden correcto para que trabajen juntos y
en armonía de acuerdo con mi plan.
Sótuknang hizo lo que se le había ordenado. En el espacio infinito recogió lo que habría de manifestarse como sustancia sólida.
Hizo formas y las dispuso en nueve reinos universales: uno para Taiowa el Creador, uno para él mismo y siete universos para la vida que vendría.
Luego
Taiowa le ordenó que ponga las aguas en las superficies de los universos, para que estén divididas por igual entre todos y cada uno. Así lo hizo
Sótuknang, reunió
en el espacio infinito lo que se manifestaría como aguas y las puso
sobre los universos, de modo que cada uno fuese medio sólido y medio de
agua.
La idea de la “nada” previa a la
creación, en la cual solo estaba el Creador; el infinito sin tiempo y
sin forma (sin principio ni fin); la creación a través de la palabra; la separación de las aguas; siete universos, en vez de siete días, etc.
todo remite a los relatos cosmogónicos de todas las culturas, incluida
la Torá misma, en los que se repiten los mismos conceptos y expresiones
de la Creación del Universo.
Petroglifos hopi
Luego
Sótuknang fue al universo que contenía lo que habría de ser
Tokpela, el Primer Mundo. De ello
creó a la que permanecería en esa Tierra y sería su ayudante. Se llamaba
Kókyangwúti, Mujer Araña, quien al despertar a la vida y recibir su nombre,
Sótuknang le dijo:
–He aquí la Tierra que creamos. Tiene
forma y sustancia, dirección y tiempo, principio y fin. Pero no hay vida
sobre ella. No observamos movimientos gozosos. No escuchamos sonidos
regocijados. ¿Qué es la vida sin sonido ni movimiento? Por eso se te
otorga el poder para crear esa vida. Has recibido el conocimiento, la
sabiduría y el amor para bendecir a todos los seres de tu creación.
Siguiendo sus instrucciones, Mujer Araña
tomó un poco de tierra, la mezcló con túchvala (líquido de la boca: saliva) y formó dos seres.
Los cubrió con una capa hecha de una sustancia blanca, la sabiduría
creativa misma, y les cantó la Canción de la Creación. Al destapar a los
dos seres, que eran gemelos, les dijo:
-Eres Poqánghoya y existes para ayudar a mantener en orden a este mundo cuando se coloque la vida en él. Recórrelo ahora y pon tus manos en la tierra para que termine de solidificarse. He ahí tu deber.
-Eres Palongauhoya y existes para ayudar a mantener en orden a este mundo cuando se coloque la vida en él. Debes recorrer
el mundo y emitir sonidos para que se escuchen por toda la Tierra.
Cuando esto se escuche serás conocido también como “Eco”, pues todo
sonido es el eco del Creador.
Poqánghoya, al viajar por la Tierra, solidificó las partes más altas y creó grandes montañas.
Palongauhoya, hizo sonar su voz como se le había ordenado.
Todos los centros vibratorios a lo largo del eje de la Tierra, entre Polo y Polo, resonaron con su llamada.
Así, hizo de todo el mundo un instrumento de sonido. Al concluir sus deberes,
Poqánghoya fue enviado al Polo Norte del eje del mundo; y
Palongauhoya, al Polo Sur. Juntos recibieron la orden de mantener en rotación correcta al mundo.
Fremont petroglyphs, Sego Canyon
Entonces Mujer Araña creó con la tierra
árboles, arbustos, plantas, flores y toda clase de semillas y nueces
para vestir la Tierra, dando a cada uno vida y nombre. De la misma
manera creó todo tipo de aves y animales; los formó con tierra,
cubriéndolos con la sustancia blanca de su capa, y les cantó.
-Está muy bien -dijo Taiowa-. Ya está listo para la vida humana, el toque final para completar mi plan.
La creación del Hombre
Así, Mujer Araña recogió tierra, ahora de cuatro colores: amarilla, roja, blanca y negra. La mezcló con túchvala,
el líquido de su boca, la moldeó y la cubrió con la sustancia blanca de
su capa, la sabiduría creativa misma. Al igual que antes entonó la
Canción de la Creación sobre las formas. Al destaparlas eran seres humanos creados a la imagen de Sótuknang.
Luego creó otros cuatro seres con su propia forma. Eran wúti, compañeras para los primeros cuatro seres varones. Cuando Mujer Araña quitó la capa las formas cobraron vida. Corría la hora de la luz amarilla, Síkangnuqa, la segunda fase del amanecer de la Creación, cuando el aliento de la vida llenó al hombre. Al poco tiempo el Sol apareció en el horizonte. Secó la humedad en sus frentes y endureció el punto blando de sus cabezas.
-Es el Sol -dijo Mujer Araña-. Por primera vez se encuentran con su Padre el Creador. La hora de las tres luces que revelan el misterio, el aliento de la vida y el calor del amor. En ellos consiste el plan de vida que el Creador tiene para ustedes.
Con la Creación del Hombre encontramos más similitudes aún: a
la imagen de…; a partir de la arcilla mezclada con la esencia divina;
primero ellos y luego las mujeres; con el aliento de vida, etc. Lo único
distintivo es la mención del “amor”, que no está presente en ningún
otro relato analizado.
Petroglifos hopi
Versiones preliminares fallidas
El Primer Pueblo del Primer Mundo no contestó. No sabía hablar. Mujer Araña llamó a Sótuknang para preguntarle qué hacer y le explicó:
-Creé al
Primer Pueblo como me lo ordenaste. Están terminados de formar y
sólidos. Tienen los colores correctos, vida y movimiento. Sin
embargo, no pueden hablar. Eso les falta. Quiero que les des el habla;
además, la sabiduría y el poder para reproducirse. Así podrán gozar la
vida y dar gracias al Creador.
Sótuknang les dio el
habla, una lengua distinta a cada color, y respeto para sus diferencias.
Les dio la sabiduría y el poder para reproducirse y multiplicarse. Entonces les dijo:
-Con
todo esto les entrego el mundo para vivir y ser felices. Sólo una cosa
les pido: respetar al Creador en todo momento. Sabiduría, armonía y
respeto hacia el amor del Creador que los concibió. Deberán hacerlo
crecer y nunca olvidarlo mientras tengan vida.
Así, el Primer Pueblo se dispersó, fue feliz y comenzó a multiplicarse.
Butler Wash Petroglyphs – Shamans Panel
Tanto las versiones preliminares fallidas, como la sabiduría (el conocimiento) vinculado a la reproducción de la especie
son temáticas omnipresentes en la mitología de los pueblos de todos los
continentes. La misión del hombre también parece ser la misma en todos
los casos: reproducirse y alabar a los dioses creadores, cumpliendo con
sus mandamientos.
La Naturaleza del Hombre
La sabiduría prístina que se les había
otorgado los hizo comprender que la Tierra constituía un ente vivo como
ellos. Era su madre. Ellos eran de su misma carne y se nutrían de su
seno. Su leche era el pasto en el que se apacentaban todos los animales y
el maíz creado especialmente para dar alimento a la humanidad. No
obstante, la planta del maíz era también un ente vivo con un
cuerpo semejante al humano en muchos aspectos, y la gente integraba su
carne en la propia. Por lo tanto, el maíz también era su madre.
Al igual que para los Mayas, los Hopis también consideraban el maíz como un sustancia sagrada.
El Primer Pueblo entendía, pues, el misterio de su
origen. Su sabiduría prístina también les revelaba la naturaleza del
hombre. El cuerpo vivo del hombre y el cuerpo vivo de la Tierra estaban
construidos en la misma forma. Un eje atravesaba cada uno de ellos.
El eje del hombre era la espina dorsal, la
columna vertebral que controlaba el equilibrio de sus movimientos y
funciones. A lo largo del eje había varios centros vibratorios que
repercutían el sonido primordial de la vida en todo el universo o daban
aviso si algo estaba mal.
Los Hopi, así como los
misticismos tibetano e hindú, postulan una serie semejante de centros de
fuerza (centros vibratorios) o psicofísicos en el cuerpo humano. La
descripción de estos chakras, para los orientales, coincide con la de
los hopis, aunque para los primeros son 7 y para los segundos son 5.
El Primer Pueblo no conocía la
enfermedad. Las personas no se enfermaban del cuerpo ni de la cabeza,
hasta que el mal entró al mundo. Así, el Primer Pueblo se comprendía a
sí mismo.
Fremont petroglyphs, Sego Canyon
Y así era el Primer Mundo en que vivían. Se llamaba Tokpela, Espacio Infinito. Su dirección era el este; su color, sikyangpu, el amarillo; su mineral, sikyásvu, el oro. Tenían importancia en él káto’ya, la serpiente de la cabeza grande y wisoko, el ave que comía grasa.
La serpiente tiene aquí también una presencia destacada, como la tiene también en todas las culturas del mundo.
En él, el Primer Pueblo vivía puro y
siguió multiplicándose, se esparció sobre la faz de la tierra y era
feliz. Pese a que tenía colores diferentes y hablaba distintos idiomas,
sus sentimientos eran los mismos y se entendían unos a otros sin
necesidad de la palabra.
La destrucción del Primer Mundo
Entonces se introdujo entre ellos Lavaíhoya,
el Hablador. Entre más habló, más los convenció de las diferencias que
había entre ellos, entre los seres humanos y los animales y entre las
personas mismas, en cuanto al color de su piel, su lengua y sus
creencias sobre el plan del Creador. Finalmente los hombres se tornaron crueles y belicosos y comenzaron a luchar entre sí. Entonces Taiowa junto con Sótuknang se pusieron de acuerdo:
–Hemos decidido destruir el mundo. Hay que crear otro, para que puedan volver a empezar.
Pero antes, encontraron hombres justos y sabios que aún respetaban las consignas de Taiowa, por lo que decidieron salvarlos. Sótuknang dijo:
-Irán a cierto lugar. Los
guiará su kópavi [centro vibratorio arriba de la cabeza]. Su sabiduría
interior les dará la visión necesaria para ver cierta nube, que seguirán
de día, y cierta estrella, que seguirán de noche. No se llevarán nada.
Su marcha no habrá terminado hasta que no se detengan la nube y la
estrella.
La noción de la destrucción de
la humanidad descarriada, salvando a aquellos pocos justos, nos resulta
bien conocida, como así también lo de guiar a los justos en su “éxodo”
con nubes y luces:
Éxo.13.21/22.
Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para
alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó
de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna
de fuego.
Una vez que hubo reunido a todos los
seres humanos escogidos para ser salvados de la destrucción del mundo,
los llevó a un enorme montículo en el que vivía el Pueblo de las
Hormigas, y Sótuknang indicó a los seres humanos que entraran en esa kiva de las Hormigas.
Petroglifo hopi
Así, los seres humanos descendieron a vivir con el Pueblo de las Hormigas. Cuando todos estaban seguros y acomodados, Taiowa ordenó a Sótuknang que
destruyera el mundo, quien hizo que lloviera fuego sobre el mundo,
abrió los volcanes, y el fuego brotó de arriba, de abajo y de todo
alrededor.
La tierra, las aguas y el aire se
tornaron un solo elemento, fuego. No quedó nada, salvo los seres humanos
refugiados en la seguridad del seno de la Tierra. Ese fue el fin de Tokpela, el Primer Mundo.
El Segundo Mundo – Tokpa
Mientras sucedía todo esto, los seres humanos vivían felices con el Pueblo de las Hormigas bajo la superficie de la Tierra. Al utilizar la visión interior del centro detrás de sus ojos, el reflejo les alcanzaba muy bien para ver. Entonces Sótuknang les dijo a los seres humanos que salieran al Segundo Mundo:
“Multiplíquense y sean felices. No obstante, recuerden al Creador y las leyes que les dio”.
Así como identificaron los
centros energéticos del cuerpo (chakras), en consonancia con las
culturas orientales, “el centro detrás de sus ojos” quizás se refiera al Tercer Ojo.
Sego Canyon , Utah. Estimated up to 5,500 BC.
De esta manera, los seres humanos salieron al Segundo Mundo. Se llamaba Tokpa (Oscura Medianoche). Su dirección era el sur; su color, el azul; su mineral, qochásiva, la plata. Era una Tierra grande y los seres humanos se multiplicaron rápidamente.
Se dispersaron en todas direcciones, incluso hasta el otro lado del mundo. En sus espíritus estaban tan cerca unos de otros que podían verse y hablarse desde el centro encima de sus cabezas. Construían hogares; luego pueblos, y senderos para unirlos. Fabricaban cosas con las manos y almacenaban el alimento.
Luego empezaron a comerciar y a
trocar mercancías entre ellos. Entonces comenzaron los problemas. Tenían
todo lo que necesitaban, pero querían más. Cambiaban más y más por
cosas que no hacían falta. Entre más bienes obtenían, más deseaban
tener.
Al poco tiempo los seres humanos
empezaron a reñir y a pelearse entre ellos, y se suscitaron guerras
entre los pueblos. Todavía quedaban en cada pueblo unas cuantas personas
que cantaban la Canción de su Creación. Sótuknang volvió a presentarse y dijo:
“Mi
Tío, Taiowa, y yo hemos decidido destruir el Segundo Mundo en cuanto
logremos colocar en un lugar seguro a ustedes, que aún tienen la canción
en sus corazones.”
Rock State Park, Utah
Una vez más, como en el Primer Mundo, Sótuknang acudió al Pueblo de las Hormigas para que abriera su mundo subterráneo a los seres humanos escogidos por él. Cuando hubieron quedado a salvo bajo la tierra, Sótuknang ordenó a los gemelos Poqánghoya y Palongauhoya que abandonaran sus puestos en los extremos norte y sur del eje del mundo.
En cuanto lo hicieron la Tierra
perdió el equilibrio, giró fuera de control y dio dos vueltas completas.
Las montañas se desplomaron a los mares y el agua. Los océanos y los
lagos se vertieron sobre la tierra. El mundo flotó a través del espacio
frío y desprovisto de vida, convirtiéndose en hielo sólido.
Así fue el final de Tokpa, el Segundo Mundo.
Tercer Mundo – Kuskurza
Durante muchos años todos los elementos
que habían conformado el Segundo Mundo permanecieron congelados en un
bloque de hielo inmóvil y sin vida. No obstante, los seres humanos eran
felices y estaban calientes en el mundo subterráneo del Pueblo de las
Hormigas.
Por fin Sótuknang indicó a Poqánghoya y a Palongauhoya
que volvieran a sus puestos en los Polos del eje mundial. El planeta
volvió a dar vueltas regulares sobre el propio eje y avanzó
majestuosamente dentro de su órbita universal. El hielo empezó a
derretirse y el mundo se calentó hasta que nuevamente pudo recibir vida.
Sótuknang se dedicó entonces a crear el Tercer Mundo. Dispuso
tierras y mares, sembró sobre montañas y llanuras y creó todas las
formas de vida.
Cuando la Tierra hubo quedado lista para ser ocupada, se dirigió a la kiva de las Hormigas y dijo:
-Ha
llegado la hora de salir. Los he salvado para que se siembren sobre el
nuevo Tercer Mundo. Sin embargo, deberán recordar siempre dos cosas: respétenme a mí y respétense unos a otros; y canten en armonía desde la cima de los cerros.
Petroglifo hopi
Enseguida los seres humanos salieron de la kiva de las Hormigas hacia el Tercer Mundo. Se llamaba Kuskurza.
Su dirección era el este; su color, el rojo. En este mundo los seres
humanos volvieron a extenderse. Se multiplicaron y continuaron avanzando
sobre el Camino de la Vida.
En el Primer Mundo habían vivido
en forma sencilla con los animales. En el Segundo, desarrollaron los
oficios artesanales, las casas y los pueblos. Ahora, en el Tercer Mundo,
se multiplicaron hasta sumar grandes números y progresaron a tal
velocidad que llegaron a crear enormes ciudades, naciones, una
civilización entera.
Todo ello les dificultó acatar el plan de la Creación y cantar las alabanzas de Taiowa y de Sótuknang. Un número cada vez mayor empezó a ocuparse únicamente con sus propios planes terrenales. Algunos conservaron, por supuesto, la sabiduría que se les había otorgado a su Salida.
Esta sabiduría les permitió
comprender que entre más avance y desarrollo lograsen sobre el Camino de
la Vida, más difícil se haría éste. Sentían particular preocupación porque muchas personas aplicaban su poder reproductor [sexualidad] en formas perversas.
La idea de perversión sexual nos suena a la historia de los Nefilim quienes tomaron para sí mujeres humanas, tal como surge de la Biblia y más detalladamente del Libro de Enoch.
Horseshoe Canyon
Comenzaron a utilizar su poder creativo en otra forma, perversa y destructora. Algunas personas fabricaron un pátuwvota
[escudo de piel curtida] y aplicaron su poder creativo a fin de hacerlo
volar por los aires. Muchos lo usaron para volar hasta una gran ciudad,
atacarla y regresar tan velozmente que nadie supo de dónde habían
venido.
Muy pronto los habitantes de otras muchas ciudades y países estaban fabricando pátuwvotas y volando sobre ellos para atacarse unos a otros. De esta manera, la corrupción y la guerra llegaron al Tercer Mundo, como habían llegado a los anteriores.
Se pueden encontrar referencias a aparatos voladores en la antigüedad tanto en textos védicos (bajo el término de “vímāna”, como “vehículos voladores”) como en los bíblicos.
Sótuknang se dirigió a Mujer Araña y dijo:
-No tiene
sentido aguardar hasta que se acabe el hilo. Hay que hacer algo antes
de que los seres humanos que llevan la canción en sus corazones también
se corrompan o extingan. Te corresponderá salvarlos, mientras yo destruyo a este mundo con agua. Cuando llegues al lugar, mira a tu alrededor, verás unas plantas altas de tallos huecos. Córtalas y coloca dentro a los seres humanos.
Mujer Araña siguió sus instrucciones y
cortó las cañas huecas. Conforme los seres humanos fueron llegando los
colocó dentro, con un poco de agua y hurúsuki [masa de harina blanca de maíz] para comer. Luego se introdujo ella dentro de una caña y Sótuknang la selló, entonces se ocupó de destruir el mundo.
Soltó las aguas y olas más altas
que montañas, cubrieron la Tierra. Los continentes se partieron y se
hundieron bajo los mares. La lluvia no paró de caer y seguían
desplomándose las olas.
Petroglyph
carved into Navajo Sandstone by Native Americans of the Fremont Culture
(1200 AEC). McConkie Ranch. Dry Fork Canyon, Utah.
Los seres humanos, sellados dentro de sus cañas huecas, escucharon el poderoso rugir de las aguas, y luego el silencio. Por
mucho tiempo, estuvieron flotando, finalmente cesaron los movimientos.
Mujer Araña quitó el sello a las cañas huecas, los tomó de las cabezas y
los sacó de ahí.
Los seres humanos miraron a su
alrededor y vieron que se encontraban sobre un trocito de tierra que
alguna vez había sido la cima de una de sus más altas montañas. Todo lo
demás, hasta donde alcanzaba su vista, era agua.
Era todo lo que quedaba del
Tercer Mundo. Enviaron pájaros de muchos tipos, uno tras otro, para
volar sobre las aguas y encontrarlo. Sin embargo, todos regresaron
agotados sin haber hallado ninguna señal de tierra.
Este es un caso más de los cientos de relatos del Diluvio existentes
en por todos los rincones del planeta, en el que unos pocos justos son
salvados con ayuda de las deidades de turno. Encallar en la cima de una
montaña, la inundación total, el envío de pájaros, es idéntico a todos
los demás casos.
Mujer Araña indicó a los seres humanos
que hicieran lanchas redondas y planas con las cañas huecas en que
habían venido, y que se metieran en ellas. Nuevamente se confiaron a las
aguas ya la orientación de su sabiduría interior. Durante mucho tiempo
flotaron, impulsados por el viento y el movimiento de las aguas.
Tras un largo y agotador viaje, que
tuvo varias escalas en distintas islas, el contingente continuó hacia el
este y hacia el norte, hasta que por fin, descubrieron la tierra
[prometida]. Alta se elevaba encima de las aguas, extendiéndose de norte
a sur hasta donde alcanzaban a ver sus ojos.
Era una tierra grande, una tierra extraordinaria, era el Cuarto Mundo. Cuando todos estuvieron reunidos, Sótuknang
apareció ante ellos y luego de mostrarles, hacia el oeste y el sur, las
islas por las que habían pasado [las cimas de las montañas del Tercer
Mundo], las fue hundiendo una a una, y dijo:
-He borrado las huellas de su Salida, los escalones que les había dejado. En
el fondo de los mares yacen todas las orgullosas ciudades, los
pátuwvotas voladores, los tesoros mundanos corrompidos por el mal y las personas que no hallaban tiempo para cantar las alabanzas del Creador desde las cimas de sus cerros.
No
obstante, si ustedes guardan el recuerdo y el significado de su Salida,
llegará el día en que esos escalones vuelvan a surgir para probar la
verdad de sus palabras.
Ése fue, por fin, el término del Tercer Mundo, Kuskurza [un nombre antiguo que no tiene significado moderno].
Cuarto Mundo – Túwaqachi
Entonces
Sótuknang se dirigió a los seres humanos con estas palabras:
“El nombre de este Cuarto Mundo es
Túwaqachi, el Mundo Completo. Averiguarán el porqué. No es del todo
hermoso y fácil, como los anteriores. Tiene alturas y abismos, calor y
frío, belleza y tierras yermas. Sus decisiones determinarán si esta vez
puedan cumplir el plan de la Creación o si con el tiempo habrá que
destruir este mundo también.
Ahora se separarán y emprenderán
distintos caminos, a fin de reclamar toda la Tierra para el Creador.
Cada grupo seguirá su propia estrella hasta que ésta se detenga. Ahí se
establecerá. Contarán con la ayuda de las deidades apropiadas, los
buenos espíritus. Sólo mantengan abiertas sus propias puertas y
recuerden siempre lo que les he dicho ahora.”
Panel
of petroglyphs known as the “Three Kings,” carved and painted onto the
Navajo Sandstone by Native Americans of the Fremont Culture. McConkie
Ranch. Dry Fork Canyon, Utah.
Los seres humanos, al mirar a su alrededor, descubrieron a un hombre apuesto llamado
Másau,
y que era el custodio, el guardián y protector de aquellas tierras.
Entonces los seres humanos se dividieron en grupos y clanes para dar
principio a sus migraciones, esperando volver a verse.
Así fue el inicio de nuestro actual Cuarto Mundo, que se llama
Túwaqachi, el Mundo Completo. Su dirección es el norte; su color,
sikyangpu, el blanco amarillento.
Al realizar su Salida al presente Cuarto Mundo, se dijo a los
seres humanos que no podían simplemente elegir un lugar dónde
establecerse. Másau, el espíritu guardián del mundo, explicó la
forma en que debían tener lugar sus migraciones, con qué signo iban a
reconocer el sitio donde se establecerían en forma permanente y la forma
en que debían vivir al llegar ahí. Todo ello fue apuntado
simbólicamente sobre las cuatro tablillas sagradas que ahí mismo les
entregó.
Son asombrosos los paralelismos
que podemos encontrar con el texto de la Torá: las tablas sagradas, la
migración (éxodo), las indicaciones sobre cómo llegar a la tierra
prometida, la forma en que debían comportarse, el pueblo elegido, la
meseta árida, y hasta el nombre del líder Másau/Moises.
Tablas entregadas a cada clan. “Hopi tablets”
Másau había sido nombrado principal
custodio del Tercer Mundo, pero luego se tornó engreído y perdió su
humildad ante el Creador. Como siendo un espíritu no podía morir,
Taiowa lo destituyó de su función y convirtió en deidad de la muerte y del inframundo. Tras la destrucción del Tercer Mundo
Taiowa
decidió darle otra oportunidad, como se la había dado a los seres
humanos, y lo designó para cuidar y proteger el Cuarto Mundo, como su
custodio.
El caso de Másau es tal como el de un angel caído, como Shemihaza,
Lucifer o Satanás de la tradición judeocristiana, que estando por sobre
todos los demás ángeles, se corrompió y perdió el favor de Dios.
Másau les comunicó que
Pahána, su
perdido hermano blanco, sería quien volvería por ellos, los redimiría de
sus opresores y construiría con ellos una nueva hermandad universal.
Para reconocerlo, volvería con el trozo faltante de la esquina de una de
las tablillas [la mayoría de las tablillas aún se encuentra en posesión
de los hopis]. Algunos clanes emprendieron la migración hacia el sur;
otros, hacia el norte. Volvieron sobre sus mismos pasos para doblar
hacia el este o el oeste y regresar de nuevo.
Todas sus rutas formaron una gran cruz, cuyo centro,
Túwanasavi
[Centro del Universo], se ubicaba en la que ahora es la tierra hopi del
suroeste de los Estados Unidos. Los brazos de la cruz llegaban hasta
los pasos de los cuatro puntos cardinales. Al dar vuelta en cada uno de
los extremos hicieron de esta gran cruz una esvástica, tanto en el
sentido de las manecillas del reloj como el contrario, de acuerdo con el
movimiento de la Tierra o del Sol.
La palabra ‘esvástica‘ procede del sánscrito swastika, cuya raíz swasti significa bienestar, buena fortuna, suerte, éxito y prosperidad. Se
trata de una antiquísima fórmula de saludo, buen augurio y deseo de
felicidad, que en nuestra historia más reciente, el siniestro régimen
nazi se ha ocupado de destruir dándole el sentido contrario al original,
como parte del sistema de degradación de todo valor humano.
Continuaron las migraciones. Algunos clanes con el tiempo olvidaron los mandamientos de
Másau,
se establecieron en climas tropicales, donde la vida era fácil, y
construyeron hermosas ciudades de piedra que posteriormente se
deterioraron y desintegraron. Otros más perseveraron, manteniendo
abiertas las puertas de sus cabezas.
Estos fueron los que finalmente comprendieron el propósito y el
significado de sus cuatro migraciones. De esta manera, tras viajar a los
extremos más lejanos de la Tierra durante sus cuatro migraciones,
estas personas escogidas finalmente llegaron a colonizar la vasta meseta árida que se extiende entre les ríos Colorado y Grande.
Fotografia de Albert Einstein junto a la comunidad Hopi.
Así fue, pues, como comenzó todo hace muchos años en el centro de
este vasto continente. Todos los clanes habían terminado sus migraciones
y se habían instalado en pueblos permanentes. En las afueras de éstos
se les asignaban terrenos de cultivo y de pastos de acuerdo con su
importancia ceremonial. Cada uno aportó su rito o ceremonia, la cual se
integraba en el ciclo anual de ceremonias.
El árido altiplano no tenía ríos ni arroyos para regar el maíz, la
calabaza, el frijol, el tabaco y el algodón. El clima no era tropical.
No ablandaba a las personas ni hacía fácil la vida. La gente tenía que
depender de las ceremonias, de sus oraciones y del plan universal de
vida que se le había asignado. Es decir, llevaban una vida religiosa que
fijaba cada detalle de sus asuntos seculares.
Las profecías sobre el fin del Cuarto Mundo
De acuerdo a las profecías transmitidas por los portavoces hopis: El fin de las ceremonias hopis llegará cuando un
kachina
se quite la máscara durante una danza en la plaza delante de niños no
iniciados. Por un tiempo no habrá más ceremonias ni fe. Luego Oraibi
rejuvenecerá con su fe y ceremonias, marcando el principio de un nuevo
ciclo en la vida hopi.
El fin del Cuarto Mundo estaría signado por la tercera Guerra
Mundial, la cual sería provocada por los primeros pueblos en haber
recibido la luz [la sabiduría o inteligencia divina] en los otros países
viejos [India, China, Egipto, Israel, Africa]. La tierra y la población
de los Estados Unidos serán destruidas por las bombas atómicas y la
radioactividad. Sólo los hopis y su tierra se preservarán como un oasis
en el que se refugiará la gente.
No existe ninguna protección posible contra el Mal. Los que no
participen en la división del mundo por la ideología estarán listos para
reanudar la vida en otro mundo, pertenezcan a las razas negra, blanca,
roja o amarilla. Serán como una sola, hermanos. La guerra representará
“un conflicto espiritual llevado a cabo con medios materiales.
Los medios materiales serán destruidos por los seres espirituales que
permanecerán aquí para fundar un mundo y una nación sometidos a un solo
poder, el del Creador”. Este tiempo no está lejos. Llegará cuando baile
el
Kachina Saquasohuh [Estrella Azul] en la plaza. Este
kachina representa una estrella azul, lejana y aún invisible, que pronto hará su aparición.
Indian petroglyphs and pictographs, Sego Canyon
Vinculaciones con los pueblos mesoamericanos
Sólo siete, de unos cuarenta y siete clanes, migraron a través de
Sudamérica hasta el páso en la punta extrema del subcontinente. Tanto el
Códice Vaticano, que representa los cuatro “mundos” anteriores, como el
Códice Telleriano-Remensis contienen una cronología de la historia
azteca de 1197 a 1592. Ambos mencionan los siete clanes migratorios e
indican que provinieron de siete cuevas en Aztlán.
El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas quichés de Yucatán,
también afirma que los antepasados mayas se originaron en siete
cuevas-matrices o barrancas, abandonaron Tulan Pa Civan y cruzaron el
mar sobre piedras colocadas en hilera, semejantes a las piedras por
medio de las cuales los hopis pudieron atravesar el mar.
Nine Mile Canyon, Utah
Los seres Kachinas
Los Hopis poseen un su tradición y en sus ritos una entidad a la que denominan kachinas, que si bien no son dioses, tampoco son seres humanos. Los Hopis indican que los kachinas
son seres de otros planetas/estrellas y que los acompañaron durante sus
migraciones de un mundo a otro, y de hecho, que subieron con ellos
durante la primera Salida de la matriz de la Madre Tierra.
El origen de los
kachinas se remite a un pasado prehistórico. El
kachina Kókopilau entona una canción en una lengua tan antigua que los hopis modernos no comprender una sola palabra. Los
kachinas (
ka, respeto, y
china,
espíritu) son para los Hopis “espíritus respetados” enviados para
brindar apoyo y orientación a los clanes, y que adoptaban la forma de
seres humanos. Los Hopi también llaman
kachinas a las máscaras que los evocan, a quienes las portan, e incluso a los muñecos que los emulan.
Todos los años los kachinas venían a ayudar a los seres humanos, trayendo bendiciones de otras estrellas, mundos y planetas. Los zuñis constituyen el único pueblo aparte de los hopis que también tiene
kachinas, aunque los hopis afirman que les fueron dados por sus antepasados, quienes los precedieron en la Salida.
Durante el inicio del Cuarto Mundo, en las tierras tropicales, al sur, estaba la misteriosa
Ciudad Roja del Sur,
Palátkwapi [Casa Roja]. Dondequiera que haya sido [acaso Palenque en Chiapas, México, acaso Casas Grandes en Chihuahua, México],
Palátkwapi marca un importante hito en las leyendas hopis.
Varios clanes decidieron dirigirse hacia el sur, y fueron acompañados por los
kachinas quienes
les indicaron que se establecieran y levantaran construcciones. El
pequeño pueblo creció hasta convertirse en una gran ciudad y magno
centro cultural y religioso. Bajo la supervisión de los
kachinas,
Palátkwapi fue erigida en tres secciones.
En el primer nivel, el del suelo, los
kachinas instruían a
los iniciados en la historia y el significado de los tres mundos
anteriores y el propósito de este Cuarto Mundo al que había salido el
hombre.
En el segundo piso enseñaban la estructura y las funciones del cuerpo
humano y mostraban que la función más elevada de la mente era llegar a
comprender la forma en que el único gran espíritu obraba dentro del
hombre. Los
kachinas explicaban todo esto para que la gente no
volviera a ser mala y se evitara que el Cuarto Mundo fuese destruido
como los primeros tres.
En el tercer nivel se aleccionaba a los iniciados en la naturaleza y
los usos de toda especie de planta. Pese a que los seres humanos aún
eran relativamente puros y había pocos casos de enfermedad,
sobrevendrían algunos males y sus enfermedades consecuentes; para cada
uno habría una planta curativa que la gente debía recordar.
El cuarto piso era más pequeño que los tres inferiores, lo cual daba
al edificio ceremonial la apariencia de una pirámide. En este nivel
superior sólo se admitía a los iniciados de gran conciencia que hubiesen
adquirido un profundo conocimiento de las leyes de la naturaleza. Ahí
se les enseñaba el funcionamiento del sistema planetario, cómo afectaban
las estrellas el clima, las cosechas y al propio hombre. Asimismo
aprendían acerca de la “puerta abierta” encima de sus cabezas, de cómo
mantenerla abierta y así conversar con su Creador.
Luego de un ataque de otro clan sobre la Ciudad Roja, los seres
Kachinas dijeron:
“Nosotros, los del pueblo kachina, nos quedaremos aquí para defender la ciudad mientras ustedes escapan en la noche. Aún no llega la hora de regresar a nuestros lejanos planetas y estrellas. Pero ya debemos dejarlos. Usaremos nuestros poderes para ir a cierta alta montaña que ustedes reconocerán y donde aguardaremos sus avisos de necesidad…
Somos gente espíritus; ni ustedes ni sus pueblos volverán a vernos. Pero deben recordarnos mediante el uso de nuestras máscaras y trajes
en las fechas ceremoniales correctas. Sólo lo harán las personas que
hayan adquirido el conocimiento y la sabiduría que les enseñamos. Estas
personas, de carne y hueso, llevarán nuestros nombres y se conocerán
como el Clan del Kachina…”
Los kachina comparten la misma tarea que los Oannes, Apkallu y otros seres anfibios, a la vez que Viracocha, Quetzalcoatl, los Nommos,
y tantos otros seres sobre-humanos que se acercaron a la incipiente
humanidad para transmitirle sus conocimientos en un pasado remoto.
Los Hopi y los astros
Los Hopi poseen un preciso conocimiento astronómico y
tienen particular preferencia por las Pléyades (Choochokam: las
Armoniosas, las Estrellas Abrazadas) y por el Cinturón de Orión
(Hotomkam), como toda cultura ancestral que se precie de tal:
- En la ceremonia de la Noche del Lavado del Cabello, las Pléyades, junto con el cinturón de Orión, indican el inicio del ritual. La Noche del Lavado del Cabello (Astotokya) es la ceremonia de iniciación de los niños y las niñas hopis en la Sociedad Kachina o en la Powamu antes de llegar a la adolescencia, y tiene lugar cada cuatro años. Conforme las siete Pléyades,
representativas de los siete universos, suben al alcance de la vista a
través de la abertura para la escalera en el techo, seguidas por las
tres estrellas del cinturón de Orión, el sacerdote les
relata a los niños el viaje del ser humano en su Camino de la Vida a
través de los siete mundos sucesivos que comprenden cada uno de los
siete universos.
- Para la gran ceremonia de Soyál también son las Pléyades y Orión quienes indican el inicio del ritual. La gran ceremonia de Soyál
tiene lugar en el solsticio de invierno y simboliza la segunda fase de
la Creación en el amanecer de la vida. Este conjunto de ceremonias
reconoce y confirma el diseño de la vida para el año siguiente. Todos
deben estar listos cuando las siete estrellas de las Pléyades suban a la mitad entre el horizonte del este y un punto en el centro de la bóveda celeste, y la primera estrella del cinturón de Orión
esté apenas poniéndose al alcance de la vista a través de la abertura
para la escalera. Las siete estrellas de las Pléyades simbolizan los
siete universos.
Los Hopis, al igual que muchos otros pueblos, adoraban al Sol, a quien le atribuían la fuerza creadora de todo lo existente.
Un fragmento de la Canción de la Creación hace referencia precisamente
al Creador, Taiowa (“nuestro Padre”), como el Sol, la luminaria
amarilla:
Los hombres y las mujeres llevan sus oraciones hacia el este,
Hacen la seña de respeto al Sol nuestro Creador…
El perfecto, Taiowa, nuestro Padre,
El perfecto que creó la hermosa vida,
Revelada ante nosotros por la luz amarilla …
Cumplimos sus deseos saludando al Padre Sol.
Salavi
Un mito hopi cuenta que
Wu’ya, el jefe del Clan Tejón, a la
hora de su muerte habría descendido al manantial debajo del pueblo, y se
habría transformado en un abeto (árbol), de ahí su nombre
Salavi.
El símbolo que le dieron a
Salavi en los petroglifos es el de un croquis de un hombre con los brazos hacia arriba:
Salavi
Casualmente, podemos encontrar este mismo ideograma en la
cultura Dogon, de Mali,
pueblo cuyos ancestros también se pierden en la historia. Los Dogon,
que presentan muchas otras similitudes con los Hopis, llaman a este
símbolo “
Kanaga“, y representa a los seres venidos de Sirio, además de ser también el nombre de un pájaro.
Kanaga
Pero no son solo los Dogon quienes usan este ideograma, sino que se trata de un símbolo ampliamente difundido.
Kokopelli
Kokopelli es conocido como dios de la fertilidad en la mitología de
los americanos nativos del suroeste de Estados Unidos, y
particularmente, de los indios Hopi. Travieso, curandero y cuenta
cuentos, este flautista y viajero es una figura sagrada para muchos
nativos. Su figura jorobada ha sido encontrada en pinturas y grabados en
muros de roca y cantos rodados por todo el sudoeste norteamericano.
Kokopelli
Uno de los muchos mitos sobre Kokopelli dice que viajaba de aldea en
aldea trayendo el cambio de invierno a primavera, derritiendo las nieves
y trayendo la lluvia para propiciar las cosechas. La leyenda también
cuenta que el sonido de su flauta simbolizaba el paso del invierno a la
primavera. Se decía que la flauta de Kokopelli se podía escuchar en la
brisa de primavera, mientras entraba la calidez estival.
Kokopelli
También se cuenta que Kokopelli era la fuente de la concepción
humana. La leyenda dice que todo el mundo bailaría y cantaría durante
toda la noche cuando escucharan la flauta de Kokopelli. A la mañana
siguiente incluso las doncellas estarían embarazadas.
Kokopelli
Cualquiera que sea el verdadero significado de Kokopelli, ha sido
fuente de inspiración musical y danza, y ha repartido alegría a los que
le rodeaban. Incluso hoy, Kokopelli, con su joroba y su flauta, es
siempre bienvenido en las casas de los nativos americanos.
Kokopelli
Símbolo de la Salida
El mito de la Salida [el traspaso de un Mundo al siguiente] se
expresa mediante un laberinto conocido por los Hopis como el símbolo de
la Madre: Tierra
Tápu’at [Madre e Hijo]. Hay dos diseños, uno cuadrado y un circular:
Símbolos de la Madre Tierra
Laberintos Hopi
Resulta curioso que este tipo de
laberinto sea conocido desde hace miles de años por todo el mundo:
Laberintos
en distintas culturas: Hollywood stone, Irlanda; Arroyo Hondo, Mexico;
Mogor, Pontevedra, España; Knidos, Turquia; Val Camonica, Italia; Rock
Valley, Cornwall, Inglaterra; Andhra Pradesh, India; Goa, India.
Montículo de la Serpiente de Louden
Algunos hopis modernos creen que el gran Montículo de la Serpiente
cerca de Louden, Ohio, haya sido construido por sus antepasados. Es la
imagen más grande de una serpiente en el mundo y consiste en un
terraplén de casi cuatrocientos metros de largo, seis metros de ancho y
metro y medio de alto. Lo cubre la misma hierba que lo ha protegido de
la erosión. El cuerpo de la serpiente se extiende en siete amplias
curvas, y tiene las fauces abiertas.
Se trataría [según los hopis] de
Tókchi’i,
la serpiente guardián del este que siguió protegiéndolos hasta que
llegaron a la pared de montañas que separa el este del oeste.
Montículo de la Serpiente de Louden
Existen otras cinco serpientes de dirección.
Pálulukang [Serpiente del Agua] es el guardián del Sur,
Maichu’a [Serpiente Gris Cornuda] es la serpiente del Norte,
Káto’ya [Serpiente Negra] es el guardián del Oeste y de la noche,
Táwátaho [Serpiente del Sol, Voladora o del Látigo] gobierna lo de Arriba; es capaz de volar sin tocar el suelo, y
Tuwáchu’a [Serpiente de la Arena o de Cascabel] es la serpiente del Abajo, la cual transmite las vibraciones de la Tierra.
Sobre la música sagrada
Es muy interesante encontrar la relevancia que le atribuyen a la música como poder curador del organismo:
Cantan a un niño enfermo sabiendo que el dulce poder de la música ayudará a curarlo.
El kachina llamado Kókopilau es
denominado Flautista Jorobado, porque parecía de madera [koko: madera;
pilau: joroba]. Dentro de la joroba de su espalda cargaba las semillas
de las plantas y las flores. Con la música de su flauta creaba calor.
La referencia a que
tanto el
cuerpo del hombre como el de la Tierra poseían un eje a lo largo del
cual había varios centros vibratorios que repercutían el sonido
primordial de la vida, nos da una pista de como los Hopis entienden los efectos de las frecuencias del sonido [la música].
Más aún, Palongauhoya, la deidad designada como emisor de sonidos, “
hizo de todo el mundo un instrumento de sonido“.
La danza de la serpiente
La Danza de la Serpiente de los Hopi es una ceremonia sagrada llevada
a cabo como una plegaria hacia los dioses y a la Naturaleza para que
les provean de abundantes lluvias para sus cultivos, es decir una danza
de la lluvia. En la misma, cada danzarín lleva una serpiente (viva)
entre sus dientes y baila invocando a los dioses.
Danza de la serpiente/de la lluvia
El mensaje de los Hopis
Algunos preferirán considerar estas enseñanzas como extraños e
ingenuos mitos de una tribu, muy primitiva, de indígenas enfrentados con
la posibilidad de su propia extinción, debido a su falta de
adaptabilidad. Sin embargo, para quienes en su propia cultura presencian
el desazonado reflejo de la separación devastadora entre el espíritu y
lo material, resultará de un profundo sentido de integridad.
Los Hopi nos recuerdan que debemos ajustarnos a la necesidad de un
cambio interior si hemos de evitar una ruptura, un cataclismo entre
nuestras mentes y corazones. Este mensaje de paz, esta preocupación por
ayudar a conservar la armonía inherente a los elementos universales de
toda vida, reafirman para todos y en todas partes la imperecedera fe del
hombre en la plenitud y la riqueza de la vida.